¿Dónde están las mascarillas?

En las calles no se aprecia un uso generalizado. ¿Dónde están? ¿Quién las tiene? ¿Por qué no salen a la luz pública?

El estado de alarma surge por no haber explicado bien la gravedad de la epidemia de coronavirus, y por actuar tarde y mal. Uno de los grandes enigmas de este asunto es dónde están las mascarillas que se han agotado en las farmacias españolas desde hace varios días. En Sevilla no quedan. También se agotaron por internet, donde Amazon se convirtió en el gran vendedor, mientras había existencias. Nuestras calles deberían estar llenas de mascarillas. Pero aquí, en un cierto momento, se dijo que no sirven para nada. Como si todos los chinos y coreanos que las llevan fueran tontos. Depende del uso y depende de la mascarilla.

Al principio, cuando empezaron a venderse masivamente, dijeron que era una alarma injustificada, que lavándose las manos era suficiente. Ayer mismo el presidente Sánchez afirmó que "el heroísmo también consiste en lavarse las manos". Fernando Simón no aparecía en las ruedas de prensa con mascarilla. A Pedro Sánchez tampoco lo hemos visto con mascarilla. No sabemos lo que hubiera pasado si la ministra Irene Montero hubiera acudido con mascarilla a la manifestación del 8-M. Sin embargo, al presidente de China, Xi Jinping, siempre se le ha visto en la televisión usando su mascarilla.

Otro aspecto curioso de las mascarillas que perdimos fue lo ocurrido en los hospitales. Difundieron en los telediarios que habían desaparecido muchos lotes y que habían sido mangadas por el propio personal sanitario. Sobre ese asunto se corrió un tupido velo, teniendo en cuenta que era vergonzoso y que los damnificados son los propios compañeros que las necesitan.

Ahora reconocen que faltan mascarillas en todas partes. Sin embargo, en las calles no se aprecia un uso generalizado. ¿Dónde están? ¿Quién las tiene? ¿Por qué no salen a la luz pública? Entre otras cuestiones porque muchas fueron vendidas (puede que incluso trapicheadas) a otros países, donde sí las vemos. En China no aparece nadie en la calle sin mascarilla, ni sin tomarse en público la temperatura, y hay un protocolo de control sanitario para todos los que entran en los edificios públicos y el transporte. Así se impide que los que dan positivo sigan contagiando.

También es curioso ver en la televisión a los corresponsales en Pekín, que aparecen con mascarillas y los micrófonos con plásticos aislantes, y vemos a sus compañeros de Madrid preguntando sin protección a desconocidos. A pesar de que en Madrid habrá más muertos que en Pekín.

Como en los chistes malos: antes un español veía a un chino y salía corriendo. Ahora sucede al revés.

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