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Crónica Personal

Pilar / cernuda

Dos medidas rechazables

LA situación económica obliga a tomar decisiones impopulares que en la mayoría de las ocasiones vienen obligadas porque no hay otra salida. Los recortes sociales no gustan a nadie, probablemente ni siquiera a quienes los ordenan, pero forman parte de las decisiones que debe asumir un Gobierno si pretende encauzar una situación peligrosamente a la deriva. No hay un solo gobierno, de derechas o de izquierdas, que no haya recortado gastos hasta lo indeseable, cuando vienen mal dadas hay que apretar el cinturón aunque ahogue, aunque duela. Es la única manera de tirar para adelante.

Sin embargo, la sensibilidad de un gobernante se ve cuando pone su firma bajo una normativa cuyas consecuencias son más graves que el mal que trata de atajar. Y el Gobierno de Rajoy acaba de tomar dos medidas que sólo pueden provocar una profunda incomodidad, un rechazo que tiene incluso connotaciones morales, éticas.

La primera en el tiempo fue la decisión de Interior de rematar con cuchillas las vallas que circundan las fronteras de Ceuta y Melilla. Aún no se ha puesto en práctica, pero se ha anunciado sin que nadie hasta ahora haya negado que se vayan a colocar. No matarán a nadie, pero producirán profundas heridas y desgarros en los cuerpos de los inmigrantes que tratan de entrar en territorio español, cuerpos ya suficientemente castigados por la miseria y por la travesía inclemente desde sus lugares de origen. No hay más que recordar las imágenes de la semana pasada, con 92 cadáveres de mujeres y niños muertos de sed al atravesar el desierto.

La segunda medida viene del ministro Wert: dar carpetazo a la ayuda del Gobierno a las becas Erasmus, para ofrecerla sólo a los estudiantes que hayan logrado una beca. A eso se llama cambiar de reglas en mitad de la carrera, y deja sin posibilidad de continuar con sus erasmus a miles de jóvenes españoles que se encuentran ya en el extranjero. Con sus esperanzas y proyectos rotos. Incluso la UE ha criticado esa decisión que, además de inexplicable, es injusta.

El Gobierno de Rajoy, contra viento y marea, está haciendo bien la mayoría de los deberes, aunque nos tiene crujidos a todos. Todo sea por el bien común. Pero no se puede aceptar la crudeza de ciertas medidas, ni que la falta de previsión de un ministro deje colgados los proyectos vitales de miles de estudiantes. Y que no nos venga Wert con esa historia de que sólo tiene 38 euros para pagar a todos los erasmus, o 250 a los que cuentan con menos ingresos.

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