SI es de los pocos que aún no ha visto el repóquer de goles de Messi ante el Bayer Leverkusen, a qué espera. Puede disfrutar de esa exhibición, vía wi-fi o con su cable ethernet, en su smartphone, en su tablet o en su netbook. Entre en el Youtubey ya está. Impresionante lo que ha vuelto a hacer el chico, ¿verdad?

Cuando Maradona hacía obras de arte similares, y no digamos cuando las firmaban Di Stefano o Pelé, ninguno de los vocablos escritos en cursiva unas líneas más arriba existían. Y la almohadilla -hashtag suena a central pelirrojo del Borussia Möenchengladbach- era un práctico utensilio que los jugadores y los aficionados llevaban para sobrellevar los interminables viajes en autobús.

En los 60 era una aventura ver un partido por televisión y descubrir cómo eran ciertos los prodigiosos movimientos que habían descrito los cronistas; en los 70 los aficionados se arracimaban con expectación en torno a la caja tonta para ver los goles de la jornada en el Estudio Estadio... ¡el lunes siguiente!; en los 80 emitían uno o dos partidos en directo; ya en los 90, llegó la televisión de pago y no faltaban quienes veían los partidos... ¡codificados!

Vi cómo en Bamako, capital de Malí, el sexto país más pobre del mundo, los aficionados se arraciman también en torno a un televisor para seguir los partidos de su equipo, desde el Milan al Madrid o el Barça. Y abundan los niños ataviados con la camiseta de Messi, por supuesto que de imitación.

Esos jóvenes malíes se impregnan día a día de las genialidades de su gran ídolo. Como los japoneses, los jamaicanos o los jordanos. Todos han visto sus mejores acciones. En muchas ocasiones, en directo.

Di Stéfano, Pelé, Maradona... cada elegido lo fue en una época distinta, con sus matices. Pero lo indiscutible es que Messi es el ídolo total, porque todos lo disfrutan al momento, en su plenitud. Sus gestas se reflejan al momento en un desvencijado televisor de Palestina. ¿Es ya Leo el mejor de la historia? Quién sabe. Lo pueden discutir tecleando #messieselmejor.