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Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

La metáfora de Bale y Hazard

En este Gobierno la bolsa de los intereses es mucho más sólida que la de los principios

Toda una vida desmontando esa falacia del Real Madrid como equipo del Régimen, con el aval de rojos del equipo blanco como Simón Sánchez Montero o Andrés Sorel que nunca cayeron en el populismo rojiblanco, para exponer ahora en esta columna al club de mis amores y borceguíes como equipo del (nuevo) Régimen. Como metáfora, que conste en acta.

Y es que he encontrado en el banquillo de Ancelotti la analogía perfecta para lo que está ocurriendo en el desmadejado Gobierno que preside Pedro Sánchez, a quien no se le conoce otra adscripción deportiva que su paso por el Estudiantes de baloncesto. Las bien cerradas costuras internas de su Gobierno, guarecido sólidamente frente a los estragos de la pandemia, han empezado a romperse en cuanto le han llegado los efectos colaterales de dos conflictos externos.

El primero fue la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin, ese zar leninista con arrebatos de Stalin, de la que mañana se cumple un mes. Las ministras de Podemos en el Gobierno empezaron a hablar del Partido de la Guerra, como si fuera Pedro Sánchez el que hubiera colocado sus botas de cazador de Berlanga en la mesa de las Azores. Pero enseguida empezaron a enseñar la patita de la condescendencia para que nadie interpretara su soflama pacifista como un amago de desacato. La segunda fricción ha llegado con el giro total que el presidente del Gobierno ha dado al asunto del Sahara 47 años después de la Marcha Verde, que coincidió con la agonía de Franco. Se ha apuntado a las tesis de Juan Goytisolo sobre la legitimidad marroquí dejando a los pies de los caballos a unos socios de coalición que siempre han sido propalestinos, pro-polisarios, pro-zapatistas y abajofirmantes de todos los No Alineados.

Por vergüenza torera, esas dos desavenencias en el Este y en el Sur de nuestra política exterior deberían haber significado una crisis de Gobierno como la de la entrada de los tecnócratas del Opus en los gabinetes del franquismo. Pero los no alineados prefieren pasar página y chupar banquillo como Bale y Hazard en el Madrid. Cobrar sin jugar, mantener su prurito y sus nóminas por encima de sus principios. Porque además son legión, como la cita del Evangelio. Es como un acuerdo de mínimos porque si los ministros de Podemos se fueran del Gobierno el que se tendría que marchar después es el presidente, al que uno imagina cantiñeando las sevillanas del adiós de Manuel Garrido: "No te vayas todavía, no te vayas por favor…".

Irene Montero y Ione Belarra han salido a calentar en la banda como Bale y Hazard. Lo que les une al Gobierno matriz, así, así, así gana el Matriz, es más que lo que les separa. La bolsa de los intereses es mucho más sólida que la de los principios, que eso queda para los aparatos de propaganda y las catilinarias de tertulia y farmacopea. ¿Les sonará Manuel Clavero Arévalo? El profesor que no dudó ni un instante en presentar su dimisión cuando su antiguo alumno Adolfo Suárez pretendió que Andalucía se descolgara de la España industrial e identitaria para quedar como región subsidiaria.

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