TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El miedo y la calle

En las evaluaciones de las fuerzas de seguridad aparece Sevilla por lo que toda la prevención es poca

Los macetones que ha proliferado como setas en las zonas más concurridas de la ciudad -no sólo en el centro, también en Los Remedios o en Triana-, los coches de la Policía Local cruzados en los accesos de las principales calles comerciales o las patrullas de policías nacionales con armamento de asustar en los espacios atestados de turistas tienen dos misiones fundamentales: la primera, hacernos ver tanto a los que somos de aquí como a los que llegan de fuera que los responsables de nuestra seguridad no están con los brazos cruzados y que se ponen los medios que buenamente se pueden poner para reducir riesgos; la segunda, quizás incluso más importante, combatir el miedo. El miedo es el principal triunfo de los terroristas y un lujo que no nos podemos permitir si queremos mantener nuestra civilización y nuestros valores. Éste es el mundo que nos ha tocado vivir, el de la amenaza global. Seguro que tenemos muchas más posibilidades de que unos ladrones entren en nuestra casa mientras dormimos o que nos claven una navaja cualquier noche en un atraco que de ser víctima del terror yihadista. Pero por alguna razón nos sentimos mucho más amenazados por el terrorismo loco de cualquier fanático capaz de irrumpir en una calle atestada con un camión o con un cuchillo de cocina. El miedo tiene sus propios mecanismos y, como dijo Suárez en algún momento especialmente violento de la no siempre pacífica Transición, es a lo único que hay que tenerle miedo.

Tanto las autoridades que han llenado nuestras calles de macetones y policías, como usted y como yo sabemos que no existe forma de eliminar los riesgos y que la prevención se hace antes combatiendo el fanatismo y el odio allá donde se origina que colocando barreras a las puertas del Alcázar. Si se estrangulan las vías de adoctrinamiento, si se hacen labores de inteligencia en las mezquitas y los centros que frecuentan y si se controla la ideología asesina que consumen por internet se habrá ido al origen del problema y no a sus consecuencias. Baste el ejemplo de Barcelona: hoy sabemos que desde la mezquita de Ripoll se ideó un intento de volar con explosivos un lugar emblemático, muy posiblemente la Sagrada Familia, arrasar con una furgoneta Las Ramblas y acuchillar indiscriminadamente en el paseo marítimo de Cambrils. Sevilla, que en algunos aspectos parece aislada del mundo, desgraciadamente y como no podría ser de otra forma, no lo está. En las evaluaciones que hacen las fuerzas de seguridad está en el pelotón de cabeza, por lo que toda la prevención que se haga será poca y habrá que acostumbrarse a convivir con ella. A nosotros nos toca vencer al miedo cada día en la calle.

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