No son pocas las críticas, fundadas, que Mariano Rajoy ha recibido por negarse a debatir ante los objetivos. Sólo ha aceptado el formato del cara a cara, con el líder de la oposición, Pedro Sánchez, cuando la coyuntura política le exigía aceptarlo a cuatro bandas. Uno de los organizadores del único debate ya celebrado, en el que el PP no estuvo porque El País no aceptó ningún sustituto de Rajoy, con el legítimo argumento de que se citaba a los líderes, reconocía que el presidente tenía poco que ganar y mucho que perder y que, de ser su asesor, le habría aconsejado no ir. No es que hubiese miedo a debatir. Ayer mismo lo hizo en televisión, en uno de esos formatos que ha puesto de moda la política: LaSexta Noche. Debatió y lo hizo con la calle, ciudadanos que le plantearon no pocas cuestiones comprometidas.

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