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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Cosas que pasan

Ricardo Castillejo / Rcastillejo@grupojoly.com

El milagro del amor

CONSUELO Alcalá, ex de Jaime Ostos, me proporcionó ayer la clave para escribir las siguientes líneas: "Es un milagro en los tiempos que corren". ¿A qué se refería? Pues al simple hecho, que no hecho simple, de ser testigo de historias de amor tan intensas como las dos que, a continuación, les relato.

La primera pertenece a los responsables de que, el pasado fin de semana, la magia traspasara del escenario al patio de butacas en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Sólo la fuerza de dos amantes que comparten su pasión, personal y profesionalmente, podría enamorar así al público acariciando, más que bailando, el tango. Alejandra y Lolo son los nombres de quienes, de ahora en adelante, cada vez que piense en La cumparsita, recordaré en su espectacular recreación de la mítica melodía. Gracias de corazón.

La otra pareja, como tal, tampoco ha trascendido demasiado. Bastante tienen ellos encima con responder a todos los compromisos de Pitingo, onubense que está revolucionando el flamenco con un concepto bautizado como Soulería. El cantante, llamado en realidad Antonio, se marchó a Madrid con trece años y, entre su labor de recogemaletas en el aeropuerto de Barajas y sus actuaciones en los tablaos de la capital, fue forjando el pasado de un futuro que se presenta esplendoroso.

Me cuenta Pitingo sobre su carácter bohemio, sobre cómo lo mismo se despierta a las cuatro de la madrugada y se pone a coquetear con su guitarra que duerme en pleno día y sobre, lo más importante, la lotería que le tocó encontrando a una mujer que le comprende y sabe compartir esa personalidad tan indómita. "Si no fuera así, sería muy difícil para mí mantener una relación". Y aunque es consciente de que los personajes como él despiertan grandes pasiones, intenta que éstas enfaden sólo lo imprescindible a su compañera y, a la vez, responsable de su carrera.

Aún cuando los lazos sentimentales parecen ser más frágiles que nunca, en asuntos del querer jamás debemos tirar la toalla. Si ellos tuvieron suerte, ¿por qué vamos nosotros menos afortunados?

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