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Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los 75 minutos de espera del presidente Moreno

Todo el mundo no quiere el poder, a todo el mundo no le compensa. Lo pudimos ver en directo y Moreno lo explicó

Juanma Moreno durante la rueda de prensa de este lunes.

Juanma Moreno durante la rueda de prensa de este lunes. / Joaquín Corchero (EP)

La cita era a las 12:30, pero dio comienzo a las 13:45. Setenta y cinco minutos de retraso no es una demora baladí. Formar un gobierno no es una tarea fácil. Ni de la Junta de Andalucía, que gestiona los intereses de ocho millones y medio de andaluces, ni de cualquiera de las cientos de hermandades de la región. La gente, en general, rehúye de los cargos, no quiere compromisos ni mucho menos tener un jefe exigente. A Moreno le ha costado ocupar las trece consejerías. Lo advirtió en las vísperas y lo reconoció una vez que leyó la lista de los elegidos. O de los que pudo elegir, mejor dicho. Por cierto, Rajoy anunció su Ejecutivo (el que habría de hacer frente al desafío separatista catalán) leyendo una octavilla en la mano derecha, en una comparecencia de escasos minutos de duración y con mucha menos prosopopeya que la que apreciamos ayer, no digamos el sábado en la ya célebre toma de posesión.

Es evidente que hay quienes han dado nones a entrar en el Gobierno por razones económicas o de salud. No pasa nada. Hay quien ha entrado al humo de las velas. Al final se sabe todo. Tampoco ocurre nada. La política sufre un fuerte desprestigio. Moreno ha confeccionado un gobierno que podríamos llamar tranquilo, muy en su línea de neomodemoración desideologizada, de gestión calmada, sin grandes estrellas. Ni falta que hacen. Los gobiernos bonitos ya sabemos hacia dónde nos llevan... Acaso el único que destaca por encima de los demás es Antonio Sanz, que ejercerá de consejero de Presidencia en sustitución del dilecto Bendodo. Sanz sabe latín, tiene capacidad de sufrimiento, echa horas de despacho y de calle hasta aburrir al más preparado, le encanta estar en primera línea de la catástrofe con el chalequillo reflectante para dar el callo y, sobre todo, es el discípulo predilecto de Javier Arenas, padre del centro-derecha andaluz. Moreno no ha tenido complejo alguno en apoyarse en la cantera de Arenas, porque a la hora de la verdad, unos más y otros menos, la inmensa mayoría del partido en Andalucía, al menos los que son cuarentañeros, se han criado en una suerte de arenismo sociológico.

Ahí está otro ejemplo nítido: Patricia del Pozo, a la que le toca en suerte el toro de la Consejería de Educación con todos los sindicatos a la espera en el hostil septiembre, o José Antonio Nieto, un valor seguro que nunca falla, ni como alcalde de Córdoba ni como secretario de Estado de Seguridad. Quizás el consejero morenista cien por cien sea el alcalde de Almería, Ramón Fernández Pacheco, muy aficionado a Sevilla. La confección del Gobierno es mejor que la liturgia de la toma de posesión. Moreno no debe desviarse ni descarrilar con la mayoría absoluta. Aznar lo hizo. Y acabó malamente.

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