Hemos vivido el período más difícil de nuestra historia personal. Pegados a los informativos seguimos día a día el parte de una guerra sanitaria. Nuestra generación nunca se había enfrentado a algo parecido. Momentos muy difíciles, miles de muertos y miles de empleos perdidos. Ante esta situación, ha sido frustrante observar tanta crispación. Pero, a la vez, esperanzador observar los valores de las personas y las actuaciones llevadas a cabo por muchas instituciones. Incluso por las europeas, tan reticentes, en muchas ocasiones, a actuar de forma solidaria y contundente.

El arte a través de la pintura nos permite expresar la complejidad de las emociones humanas y arroja luz y colores para descubrir nuevas formas de enfrentarnos a los problemas. Lo que hemos vivido lo asemejo al tenebrismo del arte clásico. Los claroscuros de Caravaggio plasmarían con genialidad muchos de esos momentos.

Los claroscuros existen, pero existen también los colores, el movimiento, las formas y las perspectivas. Cézanne, uno de los padres del impresionismo, diría: "Busquemos la esencia de las cosas". Frente a la mirada clásica, los impresionistas rompieron el molde y miraron al mundo de otra manera, plasmando la luz con la sugerencia de las formas y del color. Fue un cambio decisivo en la historia del arte y el inicio de una nueva manera de ver el mundo.

Pero tuvimos que esperar a Picasso en su obra Las Señoritas de Avignon, para conseguir lo imposible, pintar un rostro humano de frente y de perfil, al mismo tiempo. Sumo a la impresión de la luz, las formas y el color, el movimiento, el volumen y el espacio. Fue el que mejor supo interpretar las emociones y contradicciones de la naturaleza humana con maestría y genialidad suprema. Como en la vida, nos mostró el camino para ser capaces de representar la realidad multidimensional de las cosas sobre superficies planas. La mirada de Picasso.

Amo el arte porque refleja la vida misma y nos hace comprenderla mejor en un solo golpe de vista. El arte requiere una relación entre el espectador y la obra de arte, la vida. Los espectadores, como las personas, no pueden sólo contemplar sin más, sino que tienen que comprenderla. Así, un objeto, como una persona o una situación de la vida, puede ser vista desde diferentes puntos de vista.

Se trata de fijarnos en las múltiples perspectivas de la naturaleza de las cosas y de las emociones de las personas. También de valorar al que se atreve y corre riesgos. Con el arte aprendemos a valorar la complejidad y a respetar la visión de otros. Como decía Ortega y Gasset, lo importante es ser conscientes de que "hay tantas realidades como puntos de vista. El punto de vista crea el panorama". Picasso lo expresaba en su mirada.