El Poliedro
Tacho Rufino
¡No hija, no!
El Reino de España tiene un Gobierno adicto a mentir. No hay gobernanza que no se base en el embuste, desde el engaño primero de aquel “somos más” pronunciado por Pedro Sánchez la misma noche del 23 de julio de 2023. No es ya que las mentiras más burdas se presenten como cambios de opinión, sino que todo es una mentira: no hay acuerdo de legislatura y la mayoría de la investidura sólo se aglutina cuando el Ejecutivo cede al chantaje separatista.
Y no es sólo un problema de Pedro Sánchez. La vicepresidenta María Jesús Montero acaba de demostrarlo hace pocas horas. La también ministra de Hacienda nos ha dicho en Rota, a todos los españoles, y en especial a los andaluces, que el acuerdo entre el PSOE-PSC y ERC que, de ejecutarse –que eso está por ver–, otorgaría soberanía fiscal a Cataluña, es bueno para el resto de España y es bueno para Andalucía.
La mendacidad es tan perenne que el embustero cree que todo el mundo acepta su engaño sin más. ¿Recortar la solidaridad cómo va a ser bueno para cualquier otra autonomía que se financia por el régimen común y mucho menos para Andalucía que es una de las peor financiadas con el sistema que implantó el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero precisamente en otro acuerdo con un tripartito catalán?
No se puede mentir a todos y durante todo el tiempo. Y al Gobierno se le acaba el crédito. No caben muchas más contorsiones, no ya ideológicas, que a eso renunciaron hace tiempo porque el único fin es preservar el poder e impedir la alternancia democrática. ERC se lo dejó cristalino a Montero ayer mismo, al poco de sus embustes en la base militar de uso conjunto con EEUU. La ministra dijo también que el pacto no es un concierto económico, método de financiación sólo reconocido a las comunidades con derechos forales. A la negación de la realidad siguió la amenaza de ERC: hará caer al Gobierno si no cumple lo pactado que es un régimen similar al cupo vasco.
La gobernanza basada en la mentira también tiene límites. Y ERC se lo acaba de recordar a la política andaluza.
El episodio, más allá de que la amenaza se cumpla, nos muestra lo más preocupante de esta mitomanía gubernativa: cómo impedir más destrozos al entramado institucional en pos de la permanencia en la Moncloa y cómo revertir los retrocesos en la convivencia e igualdad ya perpetrados, como la amnistía al procés.
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