Juan Antonio Solís

jasolis@diariodesevilla.es

El músculo de Koundé

Seguir en Champions y vender cuando da rabia es la clave, no dejar de ser un club vendedor

EL dinero no da la felicidad, pero ayuda. Y en el mundo del deporte profesional bien que se ve: es campeón de Europa el que más pasta se gastó el pasado verano.

El Atlético d e Madrid, que tiene de equipo del pueblo lo que yo de físico nuclear, ha aprovechado la confusión de las dirigencias madridista y barcelonista para meter la cabeza y morder, nunca mejor dicho, con las ganas reivindicativas de Luis Suárez como rostro protagonista en los pósters del campeón. Pero junto a una mejor organización integral del equipo colchonero ante los dos opulentos venidos a menos, hay que reparar en que la carcasa metálica no le ha salido barata a Enrique Cerezo. Simeone es el entrenador mejor pagado del mundo. Entre sueldo, bonus y otros ingresos atípicos se embolsa más de 40 millones de euros al año.

El ajustadísimo límite salarial hizo que Luis Suárez se rebajara de forma ostensible la ficha con respecto a la azulgrana, pero cobra 6 millones netos al año. Y Oblak, 10.

Para que el Atlético disfrute de ese músculo financiero –aparcando un asunto que no es baladí, las deudas–, ha sido vital la fabulosa carga proteínica de la Champions año tras año. Simeone llegó en diciembre de 2011, en mayo de 2012 dejó al equipo quinto y desde entonces, encadena nueve campañas seguidas en Liga de Campeones.

Y el crecimiento del Atlético no ha estado reñido con desprenderse de alguna de sus estrellas en su momento óptimo, cumpliendo aquella máxima de que hay que vender a tus jugadores cuando te da rabia hacerlo: Griezmann.

Castro y Monchi lo tienen claro en este sentido y no se van a dejar condicionar por quienes piensan, equivocadamente, que el Sevilla ya puede retener a sus mejores activos. Lo lógico es que alguien llegue este verano y suelte la pasta que los rectores sevillistas quieren por Koundé: un paso atrás para coger impulso y que Monchi prosiga con su plan multiplicador. La organización es la premisa. Pero sin músculo, no peleas por crecer.

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