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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ya eres música, Aranza

No hay ya, Aranza, 'Marcha Real' que ponga fin a tu caminar. Todo es gloria y tú, en ella, música pura y eterna

Cuando San Agustín quiso definir eso tan difícilmente definible con palabras -pero tan diáfano cuando nos mira la Macarena- que es la vida eterna que aguarda a los bienaventurados, escribió: "Seremos como música". Así es ahora Aranza Sánchez Portales, profesora, miembro del Carmen de Salteras y esposa de su director, Guillermo Martínez Arana. Dedicó su vida a la música y ahora es música ante Dios. Tocó tras las cumbres de dolor y gloria de la Semana Santa, la Amargura y la Esperanza, haciendo más perfecto lo perfecto, más emocionante lo que parece que ya no puede serlo más, y ahora, pasado el dolor, es solo gloria.

¡Cuánto tengo que agradecerle a ella, a su marido y al Carmen de Salteras! Mis más grandes y hondas emociones en la Semana Santa, porque están arraigadas en todas las horas de todos los días de mi vida, me son dadas en un silencio sólo roto por unas escuetas saetillas, por un racheo y por el crujido de la caoba, en la herida de afiladas cornetas sonando tras dos tronos y en la oración hecha música por Font de Anta, Cebrián, Morales, Gámez Laserna, Moreno, Hurtado, que el Carmen de Salteras reza tras dos palios que guardan todo el dolor y toda la esperanza de la humanidad.

Os aseguro, admirados músicos del Carmen de Salteras, querido Guillermo, que mientras caminéis el próximo Domingo de Ramos y la próxima Madrugada tras los extremos de la Amargura y la Esperanza se harán verdad estas otras palabras de San Agustín: "El que resucitó a Cristo de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales ¡Dichoso Aleluya aquel [que cantan quienes gozan de la presencia de Dios]! Se canta a Dios allí y aquí; pero aquí lo cantamos llenos de preocupación, allí con seguridad plena; aquí quienes han de morir, allí quienes vivirán por siempre; aquí en esperanza, allí en realidad; aquí de viaje, allí ya en la patria. Ahora, por tanto, hermanos míos, cantémoslo, pero como solaz en el trabajo, no como deleite del descanso. Canta como suelen cantar los viandantes; canta, pero camina. Avanza en el bien, en la recta fe, en las buenas obras: canta y camina. No te salgas del camino, no te vuelvas atrás, no te quedes parado".

No hay ya, Aranza, Marcha Real que ponga fin a tu caminar, no hay funda para guardar tu fiscorno, no hay puertas que se cierren ocultando el rostro de dolor y el rostro de gloria de la Madre de Dios. Todo es gloria y tú, en ella, música pura y eterna.

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