DIRECTO Jueves Santo en Sevilla, en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para el Jueves Santo y la Madrugada

Una nación sin relato

Nuestros jóvenes no parecen apreciar nada del pasado y demasiada gente rehúye la idea de una identidad nacional

Si uno se adentra en la historia de las naciones, lo primero que llama su atención en que todas tienen un relato. Desde el relato próspero y optimista, arrogante, de los Estados Unidos de América, tan orgullosos de su sociedad plebeya frente a los prejuicios de clase del otro lado del Atlántico; al relato imperial y aislacionista, tan cerca de la ética puritana y protestante, del Reino Unido. Del relato ilustrado y pretensioso de una Francia que sigue presumiendo de grandeur pese a sus problemas; al relato infatigable, hegemónico y dinamizador, con sus gotas de romanticismo hegeliano, de esa Alemania locomotora de la UE.

Hasta Cataluña, aunque duela decirlo, tiene su relato. Salpicado de mitos y quiebros a la Historia, sí, pero dotado de un catalanismo implantado en la sociedad civil, con instituciones de hondo arraigo que sobreviven al tiempo, con un discurso identitario, prepotente y victimista a la vez, capaz de tratar de tú al Estado como nunca lo habríamos pensado. En toda esta movida catalana, llevan la ventaja de la fuerza del relato, fortalecido durante todos estos años en la calle, en los medios, en las escuelas, mientras el resto mirábamos para otro lado. La demagogia de Guardiola ("la voz del pueblo es más fuerte que cualquier ley") sólo puede entenderse en un contexto de comunidad potente en su unidad de destino.

¿Y España? ¿Qué relato se ha procurado España? Un problema no menor es, precisamente, la falta de un relato. Al contrario que otras, aquí nadie se ha preocupado de construirlo, aunque sólo sea para contrarrestar las acusaciones sin fundamento que soportamos casi a diario. Hemos tenido una transición a la democracia elogiada en todo el mundo, hemos levantado un estado compuesto con todas las libertades a la altura de las naciones más desarrolladas, y nos hemos integrado al mismo nivel en los organismos internacionales, pero algo habremos transmitido mal, pues nuestros jóvenes no parecen apreciar nada del pasado y demasiada gente rehúye la idea de una identidad nacional sólida, diluyéndola en partes, o simplemente negándola.

Ahora, cuando la necesidad aprieta y el río se desborda, se levantan voces abogando por un relato moderno y eficaz que proteja los intereses e instituciones del Estado. Bienvenidas sean. Aunque existe el serio riesgo de que cuando nos pongamos a ello, como en el poema de Brecht, ya sea demasiado tarde.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios