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Hoja de ruta

Ignacio Martínez

No somos nadie

EL Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol ha cerrado el estadio del Betis por dos partidos y da por terminado su partido con el Athletic con la derrota. No somos nadie. Es una frase de funeral. El funeral del Betis que ha tenido una sanción justa, el cierre de su estadio por el botellazo que un descerebrado le pegó al portero del Athletic cuando faltaban 23 minutos para el final del partido. Después de la agresión a Juande Ramos, en un partido de Copa la temporada pasada, y con el prestigio que supone tener un dueño del club de la categoría de Lopera, el descrédito del Betis toca fondo.

El segundo castigo es inédito en el fútbol español: nunca se ha dejado de terminar un partido por una agresión, aunque se haya continuado a puerta cerrada. No me atrevo a decir que es una decisión injusta. Sobre todo si se confirmara que Armando sufre un desprendimiento de retina. Lo que me subleva es que este tipo de sanciones ejemplares se hacen con equipos débiles de regiones que no pintan un pimiento en España. Por poner un ejemplo fácil, esto no se lo hacen al Barcelona. Bueno, me corrijo: se puede decidir un castigo, pero no hay lo que tiene que haber para ejecutarlo. En noviembre de 2002 en la primera visita de Figo como madridista al Camp Nou, el público le tiró cientos de monedas, botellas, bolas de golf y de billar, teléfonos móviles y hasta una cabeza de cochinillo. Se cerró el estadio por dos partidos, pero nunca se cumplió la sanción. El Barça acudió a la justicia ordinaria. A la FIFA no le gustan ni las injerencias políticas ni las judiciales, pero se dejó correr el asunto y pelillos a la mar.

Si yo fuera Schuster en vez de quejarme de lo poco que pesamos los andaluces en España habría hecho dos simples preguntas. 1. ¿De dónde es el presidente de la Federación Española de Fútbol? 2. ¿En qué equipo jugó? En fin, en el Telediario de ayer han puesto un resumen de agresiones a jugadores por el público y se ha visto de todo, en los campos más diversos, incluido el del Bilbao.

Si algo ha empeorado en el fútbol en las últimas décadas es la deportividad de los aficionados. Hace años se aplaudía al equipo contrario cuando saltaba al campo. Ahora lo abroncan. Hemos visto a presidentes del Barcelona animando a sus seguidores contra Figo. Y a Lopera alentando la furia de sus seguidores contra el Sevilla. Todo muy reprobable. El presidente del Bilbao, Fernando García Macua, barriendo para casa, ha dicho estos días que hacía falta una sanción ejemplar contra el Betis. En resumen, que quería los tres puntos sin jugar lo que quedaba. Me encanta su celo. Pero no le oí nada en contra de los cientos de malnacidos que silbaron durante el minuto de silencio en San Mamés por el asesinato de un ex concejal socialista en Mondragón. Nadie es perfecto. O, mejor dicho, no somos nadie.

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