RABIA rabiña, que esto que celebramos ahora en Sevilla no pueden festejarlo en una infinidad de lugares del mundo mundial. Y es el que andemos recordando que hace sesenta años, sesenta, nevó en Sevilla. Que nieve en Sevilla es más complicado que lo del camello por el ojo de una aguja, o casi tanto, pero es que los recuerdos se nos vienen a los que tuvimos la oportunidad de ver cómo despertó Sevilla tras aquella madrugada de febrero del 54. Y lo recuerdo como la aventura que significó cruzar la Gavidia para ir al colegio, a los Maristas de Jesús del Gran Poder. Y el habitual partido a mediodía delante de lo que fue Capitanía, que se desarrolló sobre la nieve con profusión de resbalones para rematar la faena a bolazo limpio en una suerte que nunca más pudimos repetirla los sevillanos jugando de local. Han pasado sesenta años, toda una vida, de algo que jamás se repitió.
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