LLEGÓ el gran día y no porque amanezca Miércoles de Ceniza, que tampoco es eso, sino porque esta noche nos estallará en la cara uno de esos partidos del siglo que suelen ocurrir varias veces al año, espectacular choque de trenes el que se anuncia en el madrileño Paseo de la Castellana entre dos grandiosos del fútbol mundial. Y es que ese Real Madrid-Liverpool en el arranque de la Cuaresma es tan rico en ingredientes, de equipaje tan cargado, que hasta podría ser calificado como de una final adelantada. No es que sean los dos mejores del Continente, pero sin duda son los que llegan a escena con más carga literaria de todos.

Y lo que son las cosas. Lo que hasta ayer de mañana se veía de indiscutible color rojo, ahora ha subido tanto el blanco en el mercado de valores que la eliminatoria se ha igualado una barbaridad. Entre lo que ha ganado el Realísimo de la mano de ese taumaturgo llamado Juan de la Cruz Ramos y el atasco sufrido por los de Rafa Benítez en la Premier, los corrillos de apuestas se han animado de forma espectacular. Los diez goles marcados en los dos últimos partidos, aunque no hayan sido logrados frente a defensas de prestigio, han disparado las euforias en torno al equipo madridista y ya se sabe que cuando el Madrid olisquea sangre, la sangre corre.

Partidazo habemus así que se toque a zafarrancho de combate. Colisionan dos muy laureados en un choque casi inédito, curiosamente casi insólito y más aún lo es que el Liverpool debute esta noche en un rodeo donde los noventa minutos suelen hacerse larguísimos. El Bernabéu es como Anfield, pero a lo bestia, con el doble de gargantas y con tanta carga sentimental como el mítico estadio de los reds. Es sólo el primer asalto de un combate a dos, pero no cabe la menor duda de que esta noche pueden aclararse muchas de las incógnitas que flotan en el ambiente. ¿Raúl o Torres? ¿Iker o Reina? ¿Jugará Gerrard? ¿Juande o Benítez? Qué noche la de este día...