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LA exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, lejos de facilitar una interpretación unívoca, está propiciando un intenso debate sobre lo que el Pontífice ha querido o no decir. De los muchos asuntos abordados, me interesan aquí las denominadas situaciones "irregulares": personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven. Sobre la posición que ellos ocupan hoy en la Iglesia y, en concreto, sobre el posible acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, las palabras del documento son acogidas según la sensibilidad de cada cual. Hay un amplio sector que no aprecia variación sustancial. Para éstos, "no hay ninguna afirmación clara del Papa que indique un cambio de la disciplina". Por contra, los partidarios de una exégesis aperturista subrayan otras frases del texto, como aquella en la que Francisco expone que "ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada irregular viven en una situación de pecado mortal".

Naturalmente, dados mis nulos conocimientos, no voy a ofrecerles mi propia opinión. Sí, en cambio, reproduciré parcialmente el punto 305, por entender que allí se hallan claves fundamentales. Dice Francisco: "Un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones 'irregulares', como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas […] A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible, que, en medio de una situación objetiva de pecado -que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno- se pueda vivir en gracia de Dios […] recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia". Complementa esta última idea con el contenido de la nota 351 que añade lo siguiente: "En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso, 'a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia de Dios' […] Igualmente destaco que la Eucaristía 'no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles'...".

Es justamente esta nota, que no se apoya en ninguna fuente externa al Papa sino que emana de su personal reflexión, la que abre líneas múltiples en el análisis y en la solución del problema. Ignoro con qué consecuencias, pero -leer sí que sé- sin duda diferentes de la pétrea ortodoxia mantenida hasta ahora.

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