La tribuna económica

Gumersindo / Ruiz

El núcleo del problema

LA cadena norteamericana CNBC reunía hace poco en un programa a destacadas figuras de las finanzas para hablar de la crisis. Estaban, entre otros, Vikram Pandit, presidente de Citigroup, Larry Fink y Mohamen el Erian, de los fondos Blackrock y Pimco, Shelly Lazarus de Ogilvy, y el mítico ex presidente de General Electric, Jack Welch. La discusión no se centró en medidas y políticas concretas para la economía, sino que derivó hacia la capacidad de la empresa norteamericana para superar la situación, sobre lo cual había un fundado optimismo. Y, por otra parte, había igualmente una coincidencia, casi general, en que las medidas, tremendas, sin precedentes, que tomaron primero el Gobierno republicano de Bush, y luego continuó el demócrata de Obama, habían sido decisivas para salvar al país de una posible catástrofe. Después del programa con los financieros, la misma cadena emitió un encuentro con Bill Gates, fundador de Microsoft, y Warren Buffet, del fondo de inversión en empresas Berkshire, con estudiantes de la Universidad de Columbia. También estaban ambos de acuerdo con que la intervención pública y del banco central atacaron en su raíz el problema de la vivienda y el crédito, y que las soluciones a la crisis se mueven ahora en el ámbito empresarial: la inversión, la excelencia en la gestión y la innovación, junto con una vuelta a los equilibrios básicos en la política pública.

En España hace dos años se hablaba de lo mismo que ahora: impuestos, contratos laborales, y vaguedades sobre la educación, tecnología y modelo productivo. Es verdad que todo esto es necesario, así como reducir el gasto y aumentar el ahorro, pero no es el núcleo del problema. Seguimos evitando abordar las dos cuestiones que eran prácticamente las únicas que se atacaron desde el principio, sin ningún complejo, en Estados Unidos: el problema de la vivienda y el fortalecimiento del sistema financiero, las dos estrechamente vinculadas, dos caras de una misma moneda. Las medidas del gobierno y el banco central parecían entonces descabelladas, rompían con todo lo razonable, se les acusaba de ir contra la economía de mercado y de un intervencionismo extremo que sólo podía llevar a un episodio posterior de inflación, pobre crecimiento y desempleo. Hoy, con un crecimiento previsto para el año de más del 3%, se reconoce que hubo en Estados Unidos una visión que ni en Europa ni en España casi nadie tuvo valor de defender y mucho menos llevar a cabo.

En Estados Unidos en las tertulias se habla sobre la nueva economía tras la salida de una burbuja de crédito y vivienda, de la restauración de la confianza rota y las responsabilidades correspondientes, cómo conseguir una buena regulación pública y un buen gobierno de las empresas, cómo recuperar el ahorro, y la vuelta a los equilibrios presupuestario y en el déficit exterior. En España seguimos evitando el núcleo del problema: qué hacer para equilibrar el sistema financiero y que fluya el crédito a las empresas para que funcione el mercado de la vivienda, y cómo dar empleo estable y dignamente remunerado a una población activa que al día de hoy sobrepasa la capacidad de generar empleo de nuestra economía.

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