TRAS el espectacular recital que fue el Schalke-Athletic en Gelsenkirchen, el debate que rodeó durante tanto tiempo a Raúl ha vuelto a dinamizarse. Los dos goles made in Raúl conseguidos por el madrileño más aquel vicegol de vaselina tan habitual en él más los kilómetros que hizo, sobre todo en la presión para recuperar la pelota para su causa, han sido motivos más que suficientes como para que la marea llegue hasta Del Bosque. Estoy seguro de que el raulismo, que es numeroso y muy convencido, pervivirá así que el futbolista decida colgar las botas, algo que ni se prevé a corto, medio y largo plazo, incluso.

Por si fuera poco,un hombre que está tan por encima del bien y del mal como Pep Guardiola ha orillado las pendencias que surgen con el puente aéreo para canonizar al ex madridista proclamándolo el futbolista español más importante de la historia. Y lo hace, además, cuando está vigente el doblete histórico del equipo nacional, que fue logrado precisamente a raíz de que Luis Aragonés decidiese prescindir de su concurso. ¿Y tiene razón el otrora Noi de Santpedor? Pues no diría ni que sí ni que no, ya que se trata de una opinión y ya se sabe que en ese apartado, la subjetividad puede con todo y cabe admitirse que el entrenador del Barça esté en lo cierto.

Curiosamente, nuestro hombre guarda cierto paralelismo con el mejor de todos los tiempos. Como Raúl, Alfredo di Stéfano no sacaba sobresaliente en ninguna disciplina. Kocsis o Zarra cabeceaban mucho mejor que él, Gento era más rápido de largo, la zurda sólo le servía para caminar, Kopa driblaba con más destreza, Kubala dominaba la pelota infinitamente mejor, pero... No sacaba sobresaliente en nada, pero en todo iba de notable alto para que la matrícula de honor se le reservase a la hora de que un equipo fuese una serie de satélites que giraban alrededor del sol, de él. Con Raúl pasa algo semejante, sólo algo, pero Guardiola no ha dicho ninguna tontería.