Alto y claro

josé Antonio / carrizosa

El oasis

E L sector aeronáutico es un oasis en medio del desierto industrial en el que se ha convertido Sevilla por culpa de la crisis y de sus propias incapacidades. Dentro de ese oasis, Airbus es la clave que le da sentido y proyección de futuro a un conjunto de empresas, muchas de ellas impulsadas desde la universidad y desde la iniciativa privada local, que constituye una de las pocas esperanzas de la economía sevillana y una de las palancas de desarrollo futuro en la que todavía podemos confiar. Por todo ello fue tan importante el acto celebrado el pasado lunes en San Pablo en el que se formalizó la entrega del primer A400M de transporte militar al Ministerio de Defensa francés. Creo que no arriesgo mucho si digo que ha sido una de las mejores noticias para Sevilla desde el punto de vista económico desde el inicio de la crisis. Sin embargo, pasó casi desapercibida para la ciudad, tan preocupados como estamos por si Zoido se pelea con la Junta o la Junta con Zoido, por quién hace el paseíllo camino del juzgado de Alaya o por si las chorizadas de UGT terminan convertidas en gambas o gominolas.

No sabemos qué le deparará el futuro a corto plazo a Sevilla y si la tan proclamada recuperación de la que alardea el Gobierno la llegaremos a notar algún día o pasará de largo como tantas cosas. Por ahora, nada de nada. Pero sí se puede afirmar sin temor a caer en el error que la crisis ha dejado a la ciudad sin una clase empresarial que hasta 2007 permitía albergar esperanzas de que se pudiera romper con la sempiterna falta de dinamismo que siempre nos ha castigado. Hoy de eso no queda prácticamente nada, sepultado todo ello por el estallido de la burbuja inmobiliaria, a la que tan ligada estuvo el nacimiento de esa clase. Reconstruir ese tejido va a costar años y esfuerzos. Además, el desmantelamiento industrial se ha hecho sin piedad: de Altadis a Roca o de Panrico a Danone, de aquí se ha ido corriendo casi todo el que ha podido. El resultado lo tenemos en las colas de las oficinas de empleo, en las penurias del comercio o en la atonía social que se aprecia en las calles de la ciudad.

En medio de este desolador panorama, la industria aeronáutica es un mirlo blanco y todo lo que se haga para preservarla estará bien hecho. Es un sector con una capacidad de desarrollo a futuro que tienen muy pocos, capaz de crear un tejido auxiliar competitivo y de alta cualificación y demandante de un I+D+i que puede ayudar a desarrollar otro tipo de actividades también de gran valor añadido. Sería un desastre que desde las administraciones y la propia iniciativa privada no se pusieran todos los medios para asegurar su definitiva consolidación. Hay nubarrones en el horizonte y en este tipo de apuestas sí que se juega su futuro una ciudad.

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