AMOR de Dios, San Vicente, Javier Lasso de la Vega siguen desventradas aun cuando estemos en otoño. Aunque los mercurios se empeñen en dejarnos por embustero, el otoño habita entre nosotros desde hace tres semanas y las obras siguen cortocircuitando la ciudad de forma que si el coche se ha hecho objeto habitualmente inservible, ahora no tiene sentido. La de vueltas que hay que dar por el dédalo urbano es ahora un sufrimiento. Esas tres calles de por sí hacen que circular a motor por Sevilla sea un martirio, pero es que hay más vías con las tripas al aire. La autoridad, bajo el apelativo de Don Quien Corresponda, hace estupendamente con tocar a zafarrancho de obras cuando la calor aprieta y la ciudad se desertiza. Es lo lógico, pero con el otoño bien entrado y las vacaciones ya a años luz no parece lógico que, con todos ya aquí, sigan calles patas arriba.