Las obras en primavera

En Sevilla, en los tiempos que hemos conocido, las obras en primavera eran un tabú

Sevilla en primavera ya no es lo que era. En Sevilla, en los tiempos que hemos conocido, las obras en primavera eran un tabú. Antes se decía: "Vamos a esperar que pase la Semana Santa para levantar las calles". Era impensable que unas obras públicas empezaran en plena Cuaresma. Y más impensable todavía si afectan al tráfico de vehículos y de personas. Y prácticamente imposible si afecta al recorrido de una cofradía, la del Cerro del Águila, que es la que llega desde más lejos a la Catedral, en un barrio donde siempre ha predominado el voto al PSOE, y donde se interpreta el himno de Andalucía en la salida, y donde se hace una gran labor misionera. Por eso, las obras del tranvía de Santa Justa son disparatadas.

Es un disparate, se mire por donde se mire. Por un lado, han indignado a los defensores de los árboles, a pesar de las promesas de trasplantes que no les han llegado al corazón. Por otro lado, han indignado a los conductores que pagan el impuesto de circulación, a los que obligan a dar más rodeos, por culpa del cierre de la avenida de San Francisco Javier. Esta es una de las avenidas esenciales de Sevilla, que funciona como segunda ronda y conecta los tráficos desde Tablada y el sur a los barrios del este y del norte. Cerrarla supone un estropicio para llegar y salir de Nervión.

Afecta a los partidos del Sevilla FC, a la Semana Santa y a la Feria, a la hora de la movilidad. Afecta al recorrido de la cofradía del Cerro del Águila, y en menor medida, pero también, a la del Sol. Los del Cerro han vuelto a ser los primeros del Martes Santo (que es su lugar natural según antigüedad, por cierto), pero además se tropiezan con este obstáculo funesto, que quieren paliar con una plataforma, a modo de puente levadizo. Un parche.

En los tiempos de Juan Espadas como alcalde, yo he visto al equipo de su teniente Cabrera inspeccionando la calle Amor de Dios, en la mañana de un Domingo de Ramos, tras las obras, y casi rematando la calle ellos mismos, para que estuviera a punto esa tarde cuando pasara la Amargura. Así que resulta extraño que Antonio Muñoz haya caído en esa trampa que alguien le ha tendido, para cabrear a media Sevilla en las fiestas señalaítas. ¿A quién se le ocurre cerrar en primavera la avenida San Francisco Javier, en vez de retrasar las obras para esperar al verano?

A fin de cuentas, esperar tres meses más ese tranvía, que pocos quieren, tampoco le importaría a la gente. Hubiera sido un mal menor. A no ser que esto forme parte de la campaña de desprestigio del propio tranvía de Santa Justa, que parece un invento del Maligno.

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