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CUARENTA años de historia, de investigación, de observación de las estrellas, de liderar la astronomía a nivel europeo, corren serio riesgo de perecer. El Observatorio Astronómico de Calar Alto, en la Sierra de los Filabres de Almería, uno de los más importantes centros del mundo en su género, tiene los días contados si las administraciones públicas, principalmente el Gobierno central a través del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, no lo entienden como prioritario para mantener sus inversiones y que continúe como centro de vanguardia a nivel internacional en I+D+i. La falta de presupuesto lo aboca, indefectiblemente, al declive de la actividad que realiza y a los proyectos que se desarrollan en las cinco cúpulas que albergan los telescopios. La crisis ha llevado a sus gestores, el Gobierno español y el Instituto Max Planck alemán, a recortar el presupuesto hasta el límite más insospechado, dejándolo en unos paupérrimos 1,2 millones para este año, cuando necesita al menos cuatro para sobrevivir. Comenzado a construir en 1973, el Centro Astronómico de Calar Alto proporciona en la actualidad datos para unos 125 proyectos de investigación diferentes cada año, de investigadores españoles y alemanes, aunque lo visitan y trabajan de forma esporádica en él astrónomos de varias decenas de países. Es una instalación fundamental para la investigación astronómica española, tal y como se recoge en el informe de la Red de Infraestructuras de Astronomía (RIA) publicado el pasado mes de diciembre. A pesar de ello, los problemas de financiación que atraviesa amenazan, ya este mismo mes, con paralizar de forma parcial uno de los telescopios, afectando, por tanto, a un gran número de los proyectos de investigación que están en marcha. Si nadie lo remedia Almería, Andalucía y España pueden ver en los próximos meses que el lugar que ha contribuido al descubrimiento, entre otros muchos, de que la expansión del universo se produce de un modo acelerado, resultado del Supernova Cosmology Project, para el cual se obtuvieron datos con los instrumentos y telescopios de Calar Alto o el seguimiento del impacto del cometa D1193 F2, desde el que uno de los telescopios del centro almeriense, con una cámara infrarroja, fue el primero del planeta en captar las imágenes, sea definitivamente historia pasada. Ahora nada parece ser suficiente para que el CSIC, dependiente del Gobierno, cambie de idea y dote a este centro de los fondos necesarios  para seguir con sus investigaciones. Cuarenta años de historia, refrendados con la visita del príncipe Felipe, gran observador de las estrellas, corren grave riesgo de apagarse para siempre.

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