La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Desde un observatorio de privilegio

Ninguna nostalgia en este arranque del periplo asturiano y, leyendo los periódicos, caigo en que le debo una visita a Don Pelayo, ese pedazo de tío que inició la obra que culminaron Isabel y Fernando ocho siglos después. Digo que viendo la que está cayendo por el noreste de la vieja Iberia, no sé si habrá que ir buscando una figura como la del reconquistador astur para poner en orden los papeles. De hoy no pasa que me pase por Covadonga para ponerle una vela a la Santina y otra a Don Pelayo. Por lo demás, todo estupendo, con esos mercurios tan a compás, sin levantar la voz y permitiendo una vida apacible. Aquí en Ribadesella, la playa de Santa Marina sigue como siempre, con osados en el agua, personal paseando con rebequita, qué delicia, y con el reloj acompasando la vida con más pausas que prisas. Esto no ha hecho más que empezar y no ha lugar a la nostalgia.

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