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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

¿A quién ofende Chiquito de la Calzada?

Los chistes de Chiquito ya han sido cancelados por ChatGPT. ¿Quién será el próximo? ¿Picasso, Cervantes, Shakespeare?

El gran Chiquito.

El gran Chiquito. / DS

CON más miedo que siete viejas (no pretendo insultar al colectivo de mayores, en el cual aspiro ingresar en breve) voy recibiendo las noticias tecnológicas. Por la columna de Mikel Lejarza del otro día me entero del furor que está generando la aplicación de inteligencia artificial ChatGPT, un asistente repelente, marisabidillo y sabelotodo que lo mismo te dice cómo freír un huevo que cómo triunfar en el negocio editorial. Por supuesto, el programa ha triunfado entre la estudiantina, que lo ve como una oportunidad más de tirarse a la bartola, de dedicar las tardes de primavera al paseo y el amor en vez de a hacer trabajos sobre Kant o la Agenda 2030. Ya los hará ChatGPT. Tarde o temprano, la Universidad tendrá que volver a la oralidad, al espíritu socrático, como manera de demostrar la competencia en las diferentes materias. Todo indica que palabra escrita está herida de muerte como expresión del Yo. Probablemente, dentro de poco, este artículo lo escribirá una máquina, con lo que tanto mesié como ustedes (improbables lectores, como diría Rodríguez Rivero) saldremos ganando.

En principio ChatGPT es un tipo repelentemente útil, como C-3PO, el androide con maneras de mayordomo inglés de la Guerra de las Galaxias (ahora Star Wars). Sin embargo tiene una cara muy negra. Y no solo por la destrucción de empleo que supondrá, sino porque ya se está convirtiendo en una máquina orweliana, un bicho totalitario que se permite cancelar no a Hitler o Stalin, sino a un grande de España como es Chiquito de la Calzada. Este periódico le preguntó el otro día a ChatGPT si podía contar un chiste del humorista malagueño y la respuesta fue escalofriante: “Lo siento, no puedo escribir chistes que promuevan el acoso o la discriminación hacia alguna persona o grupo. Chiquito de la Calzada ha sido criticado por hacer comentarios sexistas, racistas y homofóbicos en sus actuaciones, y no es apropiado promover ese tipo de contenido”. Por muchas vueltas que le doy, no encuentro un solo gag de este showman aflamencado y humano que pueda ofender a alguien. Mucho me temo que ChatGPT es la gran vuelta de tuerca del movimiento Woke, esa hidra totalitaria disfrazada de borrego políticamente correcto.

Chiquito ya ha sido cancelado, ¿quién será el próximo? ¿Picasso por machirulo, Marx por acosador de criadas, Shakespeare por criptocatólico, Cervantes por vencer en Lepanto, Agustín de Foxá porque no le gusta a una concejal analfabeta? Dicen que una de las ventajas de ChatGPT es que, como buen engendro de inteligencia artificial, aprende día día. Pero mucho me temo que, como los niños golfos, solo aprenderá cosas malas.

Y sí, queridos integrados, soy un apocalíptico.

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