La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Un ojo vale 400 euros

Por 400 euros este comerciante chino ha perdido un ojo. Para él no habrá reeducación, sino prótesis

Hace muchos meses que el compañero Fernando Pérez Ávila viene informando de la inseguridad en la Macarena a los dos lados de la muralla, tanto intramuros como extramuros. La penúltima vez fue el pasado 22 de enero: pelea a bofetadas en la calle Don Fadrique después que la propietaria de un comercio chino recriminara a una ladrona y la siguiera hasta la calle intentando recuperar lo robado. La última fue ayer, y los hechos mucho más graves: tres menores entraron a robar en un negocio de la calle Rayo de Luna, el tendero -un joven de 23 años de nacionalidad china- se enfrentó a ellos y le dispararon a bocajarro provocándole lesiones tan graves que le acarrearon la pérdida de un ojo. Tras ser detenidos -informa también el compañero Pérez Ávila- los agresores montaron tal altercado en los juzgados que tuvieron que acudir policías nacionales y locales para garantizar la seguridad.

Supongo que volverá a decirse lo de la "sensación de inseguridad" que no se corresponde con las cifras reales y las estadísticas. Supongo también, porque ya ha sucedido, que habrá quienes acusen a los vecinos de insolidaridad y hasta de aporofobia -palabreja inventada por una filósofa para designar el odio a los pobres- por sus constantes denuncias y protestas. Y desde luego habrá quien siga defendiendo la Ley del Menor y acusando a quienes la critiquen de insensibles, bárbaros e ignorantes que querrían ver a los menores cargados de cadenas, que piden venganza en vez de justicia y castigo en vez de rehabilitación.

Una sarta de manipulaciones, exageraciones y mentiras. No se trata de odio a los pobres, sino de rechazo del comportamiento de quienes orinan y defecan en las calles, insultan y molestan a los transeúntes, duermen borrachos o drogados en las aceras y atacan los comercios. No se trata de cadenas ni venganzas sino de impedir que los menores de edad que delincan se sepan impunes. No se trata de exageraciones de los vecinos que crean una injustificada alarma social, sino de hartazgo. Por un botín de 400 euros este joven comerciante chino ha perdido un ojo. Para él no habrá reeducación sino prótesis ocular. Y punto. No hay más. Y a quien diga que se exagera el joven que ha perdido el ojo le puede responder lo que Amparo Soler Leal decía a López Vázquez en La escopeta nacional, señalándose el parche después que este la dejara tuerta: "¡Esto era una perdiz, imbécil!".

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