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María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

La oportunidad de la tasa turística

Sevilla no se vende sola y menos puede competir en esta nueva era con un presupuesto de mínimos

Sevilla tiene un clima y una gente excepcionales, una gastronomía insuperable, una planta hotelera de primera, ocio, monumentalidad, historia y cultura únicas... Son ingredientes que envidiaría cualquier otro destino y que permiten que vender la ciudad sea muy fácil, pues no hay un destino urbano igual. Pero, que nadie se equivoque, eso no se hace solo. La promoción es necesaria y más en la carrera competitiva en la que van a entrar todas las ciudades en la era pos-Covid.

Cuando estalló la pandemia la ciudad se encontraba en una posición privilegiada. Los esfuerzos que desde el área de Turismo se habían hecho en los últimos años habían empezado a dar sus frutos y desde 2018 Sevilla era un destino preferencial. Y eso es muy loable teniendo en cuenta que el entusiasmo y el acierto con el que se ha hecho es inversamente proporcional al dinero disponible para ello porque la ciudad, utilizando un símil futbolístico, ha alcanzado los primeros puestos en la tabla aun jugando en otra liga. Y eso es mérito de la plantilla y de su equipo técnico.

El presupuesto para promoción del que ya es el tercer destino urbano de España, detrás de Madrid y Barcelona, es "de mínimos", en palabras del alcalde. El Ayuntamiento de Sevilla sólo cuenta con 1,9 millones de euros y eso requiere mucho trabajo, imaginación y, ahí está la clave, colaboración por parte de todo el sector público y, sobre todo, del privado. Porque la responsabilidad de las administraciones públicas es coordinar todos los recursos disponibles en una estrategia integral donde la inversión privada encuentre un retorno. Por eso, la marca Sevilla recién estrenada no sólo busca captar turistas, también capital privado que participe de este enfoque compartido donde quien se beneficia, al final, es la ciudad en su conjunto, no sólo el turismo, sino todos los sectores a los que arrastra como el motor económico que es. Y eso, atraer dinero, ya se intentó con la cumbre que reunió en 2019 en Sevilla al lobby mundial de la industria turística. De eso se trataba, aunque no todos lo entendieron así.

Éste es un momento decisivo para seguir ajustando cuestiones que Sevilla como destino necesitaba revisar antes de la crisis: desde una ordenación urbanística que frene las consecuencias de un crecimiento indiscriminado de los alojamientos turísticos o la apertura de nuevos espacios que eviten la masificación de determinadas zonas. Sólo así se puede lograr un turismo sostenible y con futuro que mantenga a Sevilla como una ciudad atractiva.

Ahora falta que las administraciones públicas avancen en esos planes, que ya están sobre el papel, y que empresas arrimen también el hombro. Esto es clave. Y quizás hay algo más que se puede hacer: impulsar sin complejos una tasa turística que solucionaría en gran parte ese déficit de financiación que impide mayores acciones promocionales y se convertiría, de paso, en un sello de garantía de esa calidad que el destino busca. Ahora que todo está en revisión no se debería desaprovechar la oportunidad.

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