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Juan Luis / Pavón / Jlpavon@ Diariodesevilla.es

La ordenanza de los vándalos y el 'spray' de los muralistas

EN el principio fueron grafiteros iconoclastas, y acabarán siendo muralistas urbanísticamente correctos. Las pintadas en la propiedad ajena son merecedoras de sanción porque constituyen una injerencia abusiva en el patrimonio y porque obligan al municipio o al particular a gastarse el dinero para limpiar el espacio pintarrajeado. A la vez, la fuerza del spray como forma de expresión juvenil suscita intentos de encauzarla y alentarla allí donde puede ser adorno en lugar de molestia. En Sevilla se trata de un empeño en el que coinciden izquierdas y derechas. En Gines, el Ayuntamiento ha elegido a los grafiteros Nández y Zonti para decorar un pasaje en el que los vecinos se quejaban de su mal aspecto y suciedad. En el área metropolitana, Emasesa promovió, como arte mural, un concurso de grafiteros para pintar sus torres, chimeneas y estaciones de bombeo. Y la delegada de Cultura en Sevilla, Maribel Montaño, promete en el Parque de Miraflores un museo al aire libre dedicado al grafitti. La palabra museo parece contradictoria con su carácter efímero y superpuesto.

El conflicto de conceptos entre apocalípticos e integrados de la pintada tiene su rubicón en el muralismo sobre espacios públicos cedidos ex profeso. ¿Serán reformados los planes urbanísticos para reservar metros cuadrados de paredes y muros al objeto de pintarlos una y otra vez?

La otra cara de las pintadas depara una colisión de principios aún más crucial. En Sevilla, IU presiona al PSOE para que reduzca, en la ordenanza contra el vandalismo, de 750 a 120 euros la cuantía máxima de multas por gamberrear con el spray. Y quiere exonerar de cualquier responsabilidad a quienes dejen su huella con lemas políticos, culturales o religiosos. Semejante permisividad (un guiño a los que se creen antisistema) facultaría llenar de grafittis todos los edificios de Sevilla. Podrían empezar por los domicilios de todos los concejales y militantes, a ver qué les parece cuando tengan que pagar de continuo la limpieza.

Sólo desde una mentalidad política desfasada puede argumentarse que la pintada es el único recurso (y barato) que tiene el descontento. Olvida que hoy se manejan las webs, los correos electrónicos, los sms, los blogs, las pancartas en balcones, las hojas volanderas y demás formatos. El que quiere llamar la atención sin ensuciar lo tiene fácil. Y al que lo haga desfigurando el pedestal de un monumento, la reja de un comercio o la pared de un vecino, tiene que pagar los gastos de limpieza. Si IU quiere presumir de sostenibilidad, que promueva las personas-libro para difundir ideas en las plazas, o el espíritu de Hyde Park para que cada cual propague de viva voz lo que le dé la gana. Ser limpio es hoy en día más revolucionario.

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