Sólo con observar lo ocurrido en España en las dos últimas semanas se llega a la conclusión de que Pedro Sánchez le ha visto las orejas al lobo. La llegada inminente de Feijóo a la presidencia del PP ha provocado un cambio de estrategia en el presidente de Gobierno, que si consideraba a Casado un dirigente que no ponía en riesgo su continuidad en Moncloa, con Feijóo como adversario ya no lo tiene tan claro. En la pasada reunión de presidentes aceptó las propuestas que pedían los del PP, incluso las que hace nada consideraba impensables, como la bajada de los impuestos de los combustibles, lo que abaratará sensiblemente su precio, o plantearse una rebaja fiscal, lógica en la situación de emergencia económica que estamos viviendo y que el Gobierno está dispuesto a llevarla al Consejo del día 29.

Al mismo tiempo, marca distancias con Podemos. Hace bien, porque el disparate en el que viven permanentemente Belarra y Montero, su falta absoluta de entidad, su demagogia y su desconocimiento de lo que significa gestión de crisis hacen imposible tomarlas en serio. No sólo por su consideración de que el partido con el que cogobiernan es un partido de guerra, sino por el infantilismo de sus reflexiones respecto a la guerra que ha emprendido Rusia contra Ucrania. Ni una palabra de condena, ni una palabra de apoyo a los ucranianos. Eso sí, han levantado inmediatamente el dedo para un pedir papel en la coordinación del problema que en este momento ocupa al Gobierno: el acogimiento a los refugiados.

Hablando de acogimiento, una labor en la que los españoles están dando lo mejor de sí mismos dejando de lado ideologías y planteamientos políticos. Si Belarra y Montero se sienten concernidas por la situación dramática de los ucranianos, podrían plantearse dedicar a la acogida de ucranianos parte de los 20.000 millones de euros que quieren destinar a "políticas de igualdad". Son tan ridículas estas dos ministras que, en plena operación humanitaria que Rusia boicotea de forma miserable, han pedido corredores humanitarios prioritarios para el colectivo LGTBI, así como "una mirada feminista" para acoger a los ucranianos. Sería impagable conocer los comentarios en Bruselas sobre un Pedro Sánchez que gobierna con un partido que presenta esas propuestas cuando media Europa está aterrorizada ante el peligro de una guerra mundial.

El PSOE, con ERC y Podemos, se ha abstenido ante la petición del PP de enviar armas de Ucrania, lo que no se entiende porque Sánchez lo defendió hace días en el Congreso. Que se ande con tiento Pedro Sánchez en esta nueva etapa: su reelección está en globo. Seguro que ya se ha dado cuenta.