Cuando se está a punto de alcanzar la normalidad auténtica, el verano llega a la orilla y aparece el otoño. Será cuando los relojes marquen las 21:21 de este miércoles, festividad de San Florencio, Santa Basila de Roma y un puñado de santos más, cuando entre el otoño. El otoño, Sabina dixit, es esa estación que dura lo que tarda en llegar el invierno y se encuentra emparedada por las dos estaciones principales, las que marcan el alfa y el omega en los termómetros. Se ha ido el segundo verano con mascarillas y restricciones, pero el que nos ha mostrado la luz de un túnel largo como una noche de insomnio y agobiante como una pesadilla. Llega la estación en que la caída de la hoja cobra especial protagonismo y en la que la vida se deja de veleidades para embocar la dura realidad. Y entra con los mercurios bastante veraniegos y la esperanza de que todo vuelva a su ser.
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