Estamos en plena travesía de ese desierto llamado canícula y la verdad es que a ver quién es el guapo que dice no haber notado sus efectos. Aunque la vida nos ha dado la posibilidad de conocer mucho, no recordamos una canícula tan acusada e inmisericorde como ésta. Y todavía le queda recorrido a la muy puñetera, que ya avistamos ahí mismo ese 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, con fama de ser el más caluroso del año. Claro que unos crían la fama y otros cardan la lana, que ya hemos sufrido lo que hemos sufrido a través de días y noches insoportables. Por si fuera poca la inclemencia del tiempo se nos caen en todo lo alto las medidas del mandarinato vigente, condenándonos a un uso menor del hitachi. No sé qué sería de nosotros sin el padrecito Sánchez, tan bueno y misericordioso, que si no fuera por su inmensa bondad quién sabe cómo nos iría, ¿verdad?
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios