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Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Los padres de Marta

Sumen al dolor de perder a una hija la forma en que la han perdido y desconocer el paradero de su cuerpo

Los tres dolores de los padres de Marta: perder a una hija, la forma en que la han perdido y desconocer el paradero de su cuerpo para darle digna sepultura. El tercero agranda el segundo y este al primero. La suma de los tres es devastadora. Perder a un hijo por causas naturales o accidentales es un dolor que nadie que no lo sufra puede siquiera imaginar. Perderlo a causa de un acto consciente de crueldad ahonda esa devastación. Una muerte peor que solitaria, peor que sin una mano amiga a la que cogerse, peor que sin un último beso o una última caricia de despedida: morir con la única compañía del asesino y sus cómplices, rodeada solo por su crueldad, maldad, desprecio e indiferencia, con el rostro del asesino como lo último que se ve en esta vida. Estos son el primer y el segundo dolor. El tercero es saber que ese cuerpo tan querido, ese cuerpo que fue acunado, besado, acariciado, es tirado y abandonado en cualquier sitio en el que sigue perdido a causa del silencio repugnante, inhumano del asesino y sus cómplices impidiendo recuperarlo y enterrarlo dignamente para poder soportar el duelo. Soportarlo, no cerrarlo, porque el duelo por un hijo es una herida que no se cierra nunca.

Sumen a estos tres dolores un cuarto: el de soportar que se pueda mentir, callar, encubrir casi con total impunidad; el del excesivo garantismo que a veces parece más preocupado por los derechos de los asesinos que por los de las víctimas; el de sentirse perdidos en una maraña legal y/o legalista.

Cuando el pasado marzo llegó al Congreso la proposición de ley presentada por PP y Ciudadanos que recogía la iniciativa de las familias de Marta Calvo, Diana Quer y Marta del Castillo para que la pena de prisión permanente revisable se pueda aplicar también a asesinos reincidentes y a quienes oculten el cadáver de las víctimas o no revelen su paradero, Unidas Podemos se opuso acusándolo de "populismo punitivo" y el PNV porque "rompe el principio de humanización de las penas". Da asco, sí. El PSOE se puso de perfil, apoyándolo, pero acusando a los proponentes confundir "más penas con más justicia" y anunciando que enmendará la propuesta inicial para encontrar otra figura penal: no se olvide que el PSOE recurrió la prisión permanente revisable ante el Constitucional cuando la mayoría absoluta del PP la probó en 2015 (recurso afortunadamente perdido ante el TC). Se atendrá todo a derecho, pero no es justo.

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