VOLVIÓ a rendírsele su campo de toda la vida por enésima vez. Era anoche en la Castellana la cita para un nuevo homenaje del que dicen ha sido el mejor futbolista español de todos los tiempos. No soy quien para atestiguarlo ni para negarlo, pero sí puedo dar fe de que jamás vi correr a nadie tan rápido como Gento con un balón en los pies. No digo que haya sido el futbolista más veloz, pero sí el más destacado velocista conduciendo la pelota. Y por si fuera poco, seis Copas de Europa y doce Ligas, doce hermosas Ligas, doce, a ver quién puede acercarse a la marca del que fue llamado Galerna del Cantábrico.

Mis recuerdos más hermosos del santanderino corriendo por la banda datan del viejo Nervión, de cuando Helenio Herrera le ponía a Romero, Manolillo el de las Vacas, para impedir su progresión. "Manuel, que pase el balón no me importa y que pase Gento tampoco, pero, por tu madre, que no lo hagan los dos, Gento y el balón". Y el coriano bien que se aplicaba en que el velocísimo montañés no llegase al balón que Rial le enviaba al hueco o que no pudiese desbordarle. El balón o Gento, nunca los dos, y si pasaba allí estaba Campanal, el gran Marcelo, para hacerle el quite. No obstante, raro era el partido en que el madridista no hacía varias de las suyas.

La hagiografía vigente del madridismo lo ha catalogado como el mejor español de todos los tiempos aunque sólo Luis Suárez haya sido Balón de Oro. Pero es que en un deporte de equipo siempre resulta injusto clasificar las individualidades. Partiendo de que el mejor del mundo haya sido Alfredo di Stéfano porque él solito se encargó de convertir a un grande en grandísimo ya en su primer año, incluso la Saeta Rubia dependía de los compañeros. Lo que nadie podrá poner en duda es que Paco Gento, un velocista que progresó a la vera de Héctor Rial y del propio Di Stéfano, logró un palmarés que se hace imposible de repetir, doce Ligas, qué bárbaro...