La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El papelón de la alcaldesa de Alcalá de Guadaíra
Fue presentado como el evento más magno y maravilloso de la historia. A los de TVE les pareció todo estupendo. Pero, viéndolo, se llegaba a la conclusión de que las críticas hubieran sido tremendas si esa ceremonia olímpica se celebra en Sevilla. Para empezar, llovió con fuerza, para acabar con una sequía, como la pasada Semana Santa; aunque era 26 de julio, el día que terminó la Velá. El río Sena lo aprovecharon como si fuera el Guadalquivir. Y nos llamó la atención. Si aquí no se puede cortar el puente de San Telmo para la procesión de clausura del Congreso de Hermandades, ¿cómo es posible que pusieran patas arriba el Sena para montar ese jaleo? Y, para colmo, suspenden la natación del triatlón por la contaminación del río, mientras aquí se cucañea.
A las criaturitas les cayó un chaparrón de Viernes Santo, y no se refugiaron ni debajo de los arquillos de los puentes. Veíamos a Rafa Nadal con una antorcha, como si fuera el sayón del paso del Prendimiento, pero con la diferencia de que Rafa se puso chorreando. Y en el último tramo se pasaban la antorcha unos veteranos que terminaron calados hasta los huesos. Por el contrario, al presidente del Comité Olímpico, Thomas Bach, lo cubrieron con un paraguas mientras pronunciaba su exaltación a los pies de la Torre Eiffel, que era como la Giralda de París.
En Sevilla esa ceremonia no se hubiera celebrado. Aquí llueve y se suspende la salida. No sólo porque se van a estropear los enseres, sino porque las personas son lo primero, como recordó el arzobispo, don José Ángel Saiz. En París, mandaron a las personas contra la tempestad, a mayor negocio de las farmacias. En un estadio a cubierto no se hubieran mojado. Daba pena de ver empapadas las chaquetas de Joma y las faldas plisadas modelo años 40. No eran faldas chiquititas, como la que canta Myke Towers.
¿Y la falta de formación? Hasta Jean-Luc Mélenchon, el líder de los Insumisos, de extrema izquierda, ha lamentado la parodia de la Última Cena que montaron. Dijo Mélenchon que le pareció injusto ofender a los cristianos en esa ceremonia. El filósofo francés Michel Onfray, ateo y libertario, ha escrito en el Journal du Dimanche lo que piensan muchos: es más fácil burlarse del Evangelio que de las peregrinaciones a la Meca. Pues sí, pero lo que deberían hacer es respetar a todos.
Esa polémica le ha venido bien a Macron. Así se ha hablado menos de los 800.000 viajeros que se quedaron tirados en Francia por el sabotaje a los trenes de alta velocidad. Sabotaje que pareció cometido por un fantasma, pues nada se dijo de los autores, a pesar de que necesitó mucha preparación. Sevilla se retiró de la carrera olímpica. Quizás fue un error.
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