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Tribuna económica

Gumersindo / Ruiz

¿Por qué hay tanto paro en España?

LOS últimos datos del paro, aunque esperados, no han dejado de conmocionarnos. A marzo son 3,6 millones de personas sin empleo. Sin embargo, desde 1996, año a año, se han creado nuevos empleos en la economía española y con una intensidad parecida, siendo excepcional el año 2005 en que se crearon más de un millón. En 2008 se inicia la destrucción de empleo con una pérdida de 620.000 puestos de trabajo, que sigue hasta los momentos actuales. En 1996 había 13 millones de personas trabajando en España, en 2004 algo más de 18, y en 2007, 20,5 millones, que bajan a 19,9 en 2008. Hemos creado, pues, mucho empleo, y esto ha ocurrido tanto en los ocho años de gobierno del Partido Popular, como en los cuatro primeros del Partido Socialista.

El paro tenemos que medirlo en relación a la población activa, que está en edad y disposición de trabajar, y que crece con la población y la inmigración; en 2008 la población activa aumenta en casi 500.000 personas, esperándose 285.000 y 87.000 más en 2009 y 2010, lo que contribuye también a que la tasa de paro suba al 14%, y previsiblemente al 17,5% y 19,5%, respectivamente. Parece, pues, que hemos estado ofreciendo más trabajo del que somos capaces de generar de forma estable y permanente.

Las razones del paro podemos articularlas en torno a cuatro ideas. La primera, en relación al funcionamiento del mercado de trabajo; las rebajas salariales y de la seguridad social pueden ayudar a una empresa a evitar temporalmente el despido, pero no crea empleo. Es indudable que el mercado de trabajo exige una reforma que ayude a la competitividad de la empresa y permita contratos y horarios más flexibles, y reduzca el absentismo; pero junto al aspecto legal está la capacidad de la empresa para gestionar adecuadamente sus recursos humanos, organizándose y produciendo mejor. La segunda idea la sugiere las disparidades entre autonomías, pues el País Vasco está en el 8% de paro frente a Andalucía, que supera el 20%, reflejando distintas formas productivas y los fenómenos demográficos y de inmigración mencionados, que se dan más en algunas zonas que en otras. Además, y esta sería la tercera idea, junto con la contracción del crédito, hay un componente de caída en la demanda de consumo que afecta incluso a economías industriales, más competitivas y con una fuerte capacidad exportadora.

Por último, tendríamos que preguntarnos por la capacidad real que tenemos de generar trabajo, cuántas personas necesitamos, qué tipos de empleo son posibles, cuánto pueden pagar por ellos las empresas, qué se debe estudiar y qué conocimientos hay que tener en relación a los empleos disponibles, cuánto empleo público podemos permitirnos y de qué tipo (médicos o trabajos burocráticos). Las reformas para crear empleo suficiente y de calidad, y que no sean efímeros al azar de burbujas que se inflan y desinflan, suponen un cambio de mentalidad acerca de la educación y el conocimiento, el esfuerzo personal, y la gestión empresarial. No todo es responsabilidad del gobierno, aunque al actual le ha tocado la crisis, y a él corresponde, desde luego, generar confianza y mover la sociedad para crear unas bases sólidas sobre las que generar empleo.

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