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Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

De un partidazo con final muy feliz

Inquietos por las bajas de Fekir y Juanmi, los béticos volvieron a vivir una fiesta en Heliópolis

Cincuentaitrés mil espectadores lo pasaron de órdago a la grande viviendo lo que su equipo es capaz de dar. Fútbol en estado puro y con todos los ingredientes que un partido de este hermoso juego puede encerrar. Juego y sufrimiento, gozo e inquietud, ninguno de esos aspectos faltó a la cita en la noche del domingo. Un nirvana feliz por su propio final y una afición entregada y soplando al unísono en la mismísima popa del Betis.

Las dolorosas ausencias de dos piezas tan importantes como Fekir y Juanmi provocaban que el choque con los de Unai Emery se afrontase con inquietud. Enfrente, un rival con muchos más posibles aunque radique en una especie de polígono industrial dedicado a la cerámica. El Villarreal que ha creado Fernando Roig con la ayuda de José Manuel Llaneza vive en cotas insospechables hace dos o tres lustros y llegaba con un título bajo el brazo y sin un solo gol encajado.

Es un equipazo este Villarreal que Unai ha ensamblado tras aquellas bases establecidas por un tal Manuel Pellegrini. Y aquí lleva el ingeniero andino una tarea encaminada a eso mismo, habiendo dotado al equipo bético de una solidez y de un orden inestimables. Y yendo al lío de lo que fue el partido no hay más remedio que reparar en la importancia que tiene el individuo dentro del coro, cómo el hecho de no desafinar es la base para que aquello suene adecuadamente.

Salvadora mano de Rui Silva ante Lo Celso, imperial actuación de Luiz Felipe, sincronización en la sección de diseños bajo la autoridad de Guido&Carvalho&Canales, ejemplar el trabajo de Borja Iglesias tanto en la resta como en la suma y promesas de Luiz Henrique que parecen aseguradas así que se adapte. Fue todo un partidazo el que disfrutaron 53.276 espectadores, de los que la inmensa mayoría sufrió primero y gozó cuando el final feliz se hizo realidad.

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