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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Un partido debilitado

Al PP andaluz le urge, como al nacional, una renovación en profundidad de sus estructuras y sus mensajes

El Partido Popular afirma que tiene en Andalucía unos 65.000 afiliados. Es decir, personas comprometidas con un proyecto político que de una u otra forma prestan su colaboración voluntaria en sus actividades, además de pagar una cuota para el mantenimiento de la organización. Pero -¡oh sorpresa!- cuando se pone en marcha la maquinaria para resolver la crisis más grave que los populares afrontan desde su refundación en los años noventa y sustituir el liderazgo de Mariano Rajoy resulta que sólo unos 12.000 se apuntan para hacerlo. Es decir, que más de 50.000 estaban de adorno, que el partido ni los echaba de menos en sus sedes ni echaba de menos sus cuotas en su cuenta corriente. Si bien se trata de un fenómeno nacional, que en alguna otra comunidad se ha manifestado incluso con más virulencia que en Andalucía, aquí adquiere características peculiares por la especial situación del PP, que ha sido incapaz durante cuatro décadas de romper la hegemonía de gobierno de los socialistas.

Los datos de inscritos para elegir el nuevo presidente nacional indican que el partido en Andalucía no sólo tiene problemas de liderazgo -ahí los ha tenido siempre, salvo en el último periodo de Javier Arenas- y de proyecto político, sino también de compromiso de su militancia. Esto ocurre, además, cuando se ven en el horizonte unas elecciones que van a ser decisivas para configurar el mapa político andaluz: por primera vez el electorado situado a la derecha del PSOE va a contar con dos opciones consolidadas para elegir. En las anteriores, en las de 2015, Ciudadanos era una fuerza incipiente de la que se ignoraban muchas más cosas de las que se sabían. En la región el partido que lidera Albert Rivera ha presentado sus credenciales como la fuerza que ha sostenido en el Parlamento al Gobierno de Susana Díaz y está por ver cómo se va a traducir eso en términos electorales.

Lo cierto es que, sean cuando sean las elecciones -cada vez parece más claro que la legislatura no va a llegar hasta su final estricto en la primavera del año que viene-, el PP se va a presentar debilitado y con escasas opciones. Pero no hay que dejar de lado que sigue siendo una de las fuerzas básicas para articular en España y también en Andalucía el mapa de la representación política. Lo que le urge, como también en el conjunto de España, es una renovación en profundidad de sus estructuras y de su mensaje que se ha aplazado durante demasiado tiempo. Las consecuencias de alguna forma las ha pagado ya. Lo malo es que puede seguir pagándolas en el futuro.

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