NO hay ningún partido nuevo. El partido está inventado, desarrollado y fundido a un lado y otro, a derecha e izquierda. Es una organización que caducó pero que el votante consume sin pararse demasiado a pensar si se intoxicará o no (tiene conservantes poderosos para camuflar el moho). Podemos y Ciudadanos y demás también son viejos. No clásicos, aún, como el PSOE, como el PP. Pero su modelo es antiguo. El PSOE y el PP abundan en su ancianidad con sus juventudes. ¿Para qué quieren jóvenes, además de para hacer de claque en los mítines? Para que alguno de ellos medre y mande cuando se haga adulto. Como siempre: la sucesión -coger el testigo, dicen ellos-, el poder.

La novedad de Podemos y de Ciudadanos es que disfrutan hoy de la aventura del primer enamoramiento. El PSOE lleva casado mucho tiempo arrastrando un matrimonio tedioso, el PP enviudó ya ni se sabe e IU es una solterona que da tumbos intentando no olvidar los pormenores de un trío que una vez se montó. Es humano que envidien al partido nuevo, con sus feromonas chisporroteando en ebullición y practicando con descaro adolescente el exhibicionismo de su líbido política.

Sólo es eso. No han inventado nada. Ya disfrutaron de ese romance los socialistas, y la derecha, y hasta el PCE. Pero, como con ellos, la pasión se esfumará también con el partido nuevo. Por empacho y agotamiento. Y sobre todo por infidelidad. Porque es muy antiguo. Aunque ahora esté trabajándose a los votantes como un seductor, con la mirada arrobada y susurros y caricias y el te querré siempre, el engaño llegará.

N.B.- Por lo demás, de existir el Partido Nuevo, con P y N mayúsculas, sería terrorífico: fascista, neonazi, liderado por un retaco histérico jaleado por cenutrios patizambos que pastan y gruñen engorilados en la grada. Esta gentuza no sabe qué es enamorar, a ellos les pone conquistar a hostias. Así que con éstos, leña al mono.