Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

El pasado ya está aquí

La estampa de Espadas con el bastón de alcalde apenas difiere de la del 13 de junio de 2015

Uno. Si un extraterrestre o alguien salido de un coma después de varios años viera la foto que este periódico publicó en su primera página de ayer, en la que el alcalde Juan Espadas [acotación: socialista] exhibe el bastón que simboliza el poder municipal, podría creer que está en 2015 y que la imagen corresponde al sábado 13 de junio de aquel año. Se diferencian en unos pocos detalles, pero en esencia ambas son la misma estampa. Espadas, como todos, es cuatro años más viejo. ¿Lo prefieren dicho con menos crudeza? De acuerdo: es más veterano. Se supone que tiene más experiencia, adquirida durante todo este tiempo. Y el PSOE tiene dos concejales más. Debe ser tenido en cuenta. A finales del mandato anterior, con el PP de Beltrán Pérez repartiendo estopa -aunque después de lo visto, para qué-, Espadas no pudo evitar algo tan humano, y por lo tanto tan vulgar, como sacar pecho y presumir de haber hecho todo lo que ha hecho con un grupo municipal del tamaño de un equipo de fútbol sin suplentes. Para unos cuantos, sus adversarios, que no son pocos, no ha hecho absolutamente nada. Esto es también humano, y por lo tanto vulgar: en el manual de los políticos actuales hay una norma sagrada, y es la de no reconocer jamás, de ninguna de las maneras y bajo ningún concepto, que el contrincante ha hecho algo bueno, ni siquiera medianamente bien. Y menos si está en el poder. Si un opositor lo hace está perdido. No será él, por más que lo intente, como Pérez el del PP, quien sea fotografiado dentro de cuatro años con el bastón al aire.

DOS.En la misma ciudad que gobernará Espadas se casan un futbolista y una celebridad televisiva. Es que no sé cómo definir a la novia. Tuve que preguntarlo. Es presentadora. Pero también ha salido en películas. ¿Eso la hace actriz? Paquirrín -o Kiko Rivera, el hijo de la superviviente- también. ¿Y eso lo hace actor?. A lo que iba, que hubo un bodón. Y excepto algún diseño más propio de la clientela del bar de Las guerras de las galaxias también se ajustó a cánones pretéritos, o si se prefiere "de toda la vida de Dios": Catedral, Patrona, Mantilla, Público Amontonado y Clase Ociosa de Gala. Si antaño se formaba el cisco por el sí quiero de un torero y una folclórica (o una hija de ésta, que rogaba "zi me queréi irze" en un escenario hiperinflacionado), ahora ocurre con un "astro del balón" y una guapa televisiva, pero bajo control. Y continúa recibiendo el nombre, y por lo tanto el tratamiento, de Acontecimiento. Y habrán observado que los medios seguimos dándole cancha al asunto. Cancha no, un estadio olímpico entero, pero de los de verdad, no como el de aquí. Así es desde las bodas de Caná. Supongo que en la del sábado no se acabó el vino. Aunque Ramos, en lo suyo, ya ha hecho algún que otro milagro.

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