LA Feria dio comienzo con un rebujito meteorológico que, por lo desaborida que se puso la jornada, le cortó la digestión festiva a más de uno. Ni Charlton Heston encarnando a Moisés y de nuevo a caballo del Sicab hubiera desviado de Sevilla el frente nuboso. Con todo, la Feria siempre es lo que cada uno cuenta según le va. Cruzcampo le canta una oda, con su buena y original campaña de publicidad. El Servicio de Urgencias del Hospital Virgen del Rocío le canta una letanía, porque sus médicos vuelven a denunciar que, pese al evidente aumento de la población flotante en Sevilla durante esta semana, se mantiene sólo un facultativo para todo el área de observación y dos para las consultas.

De todas las ferias que aglutina la Feria, la más risueña es la que protagonizan aquellos sevillanos que no tienen dinero para poseer caballos y carruajes, ni para contratar lacayos, pero a los que se les da por un día la oportunidad de asemejarse a los potentados en el rito de lucirse en el paseo, ver y ser vistos. El rumboso Ayuntamiento de Espartinas invita a unos 200 pensionistas, en turnos desde hoy hasta el domingo, para hacer la carrera oficial sentados en un break de nueve plazas. Todo lo paga el Consistorio, que los lleva en autobús, después les sube al enganche y cuando bajan les da una copa.

La Fundación Gerón también contribuye a la socialización del deseo de sentirse a sus anchas en la Feria. Ayer tenía previsto trasladar al real, en 13 coches de caballos, a 60 mayores dependientes que sólo pueden vivir la fiesta si son llevados por voluntarios. Éstas y otras iniciativas son la verdadera ampliación de la Feria. Más que ensanchar el urbanismo, se trata de ensanchar los corazones y darle asilo a la Feria de la confraternización. Siente por un día en su caseta a una ONG, a los pensionistas de un barrio o de un pueblo, o a los trabajadores de una empresa. No le endosen tamaña hospitalidad sólo a la Caseta Municipal.