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Visto y Oído

Antonio / Sempere

El pastel

COMO recordarán, hace pocos días Juan Ramón Lucas fue sorprendido en Valencia conduciendo sin puntos. Por las noticias publicadas por la prensa valenciana este fin de semana parece que el comunicador no estaba precisamente en la playa. Forma parte de una de las empresas que pujan seriamente para quedarse con la parte que se va a privatizar de la TV autonómica valenciana.

Lo ocurrido durante esta Semana Santa en Valencia, otra tropelía más, no debería pasar desapercibido. Tras alcanzar una deuda cifrada en 1.300 millones de euros, la empresa RTVV fue disuelta oficialmente hace una semana. Borrón y cuenta nueva. Nadie se hará responsable por esa cifra. Nadie rendirá cuentas. Son sólo unos cuantos miles de millones de pesetas procedentes de los presupuestos públicos.

Acto seguido ha nacido una nueva sociedad, que contará con un nuevo programa entre la Generalitat y la entidad pública, que se hará público en abril. Previsiblemente de los servicios informativos se harán cargo los trabajadores que han quedado en la empresa tras el despido de los 1.198 afectados por el ERE. Del resto de la programación se ocuparán las productoras privadas que ahora optan al suculento pastel. En esto ha quedado el imperio nacido en 1989 en Burjassot. Esto ha ocurrido en su año 25º de vida disoluta. Aquí finaliza la crónica de un fracaso repleto de delirios y desatinos. Sirva como aviso de lo que puede suceder en otras latitudes, aunque a mí me da que es imposible hallar otra comunidad autónoma igual. Donde se vendió la CAM (la cuarta caja de España) por un euro (¡1 euro!) a un banco catalán y donde se va a regalar la Ciudad de la Luz, tras invertir en ella 300 millones.

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