El microscopio

Con la paz social no se juega

El asesinato del sacristán Diego Valencia en Algeciras, esta semana, a manos del yihadista Yassine Kanjaa, no puede poner en peligro la feliz convivencia en Algeciras después de tantísimo tiempo de plena armonía entre distintas razas, religiones y etnias. El discurso del odio sobrevuela el ambiente. Y frente a ello, más allá de la cultura y la concienciación, sólo cabe que las instituciones cumplan sus compromisos. Los algecireños y todo el Campo de Gibraltar merecen un mayor rigor con la inmigración irregular, y también que el Estado impulse ese plan integral que prometió contra el narcotráfico. Es la paz social lo que está en juego.

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