Ya tenemos otra tormenta en un vaso de agua de Emasesa: el impuesto al turista. Ni está aprobado, ni se puede aprobar, mientras no cambien la normativa para las Haciendas Locales. Pero el alcalde Espadas lo ha argumentado con un toque populista, impropio de un político serio como es él. Con un eurito de nada, con un simple euro por turista, recaudarían 7.000 millones al año en Sevilla. Los hoteleros, por medio de su presidente, Manuel Cornax, han recordado algo a tener en cuenta: Sevilla será un destino menos competitivo si sólo se implanta aquí, pero no en el resto de nuestra comunidad. Y es cierto lo que dice Cormax: no sería un impuesto al turista, sino al hotel. Un turista de chanclas que duerma en un banco de la Plaza Nueva no lo pagará.

El asunto se presta al populismo que ya ha dejado caer el alcalde. Esos 7.000 millones que pagarían los turistas, se los ahorrarían los sevillanos. El sevillano es votante, el turista no vota aquí. Y es sólo un eurito por día. ¿No se está hablando de turismo de lujo y de calidad?

También hay incoherencias. Los mismos partidos que quieren eliminar los peajes de las autopistas (que pagan sus usuarios) le quieren cascar un peaje a los turistas. Igual digo del sindicato CCOO, que organizó la cita. ¿Por qué en las carreteras lo ven mal y en los hoteles les parece bien? Pensad, queridos amigos, que todos somos turistas en tierras extrañas, que también los turistas tienen padres y madres, que tienen hijos y hasta nietos, a los que a veces acostumbran incluir en sus vacaciones. Pensad en los congresos de 2.000 participantes. ¿Serían de 2.000 euritos más al día, no? Pensad que todos moros o todos cristianos a la hora de pagar. Es decir, se puede aprobar si se generaliza en Andalucía, incluidas Dos Hermanas y Alcalá.

En Sevilla se han pasado años, incluso décadas, clamando para que hubiera más turistas y más hoteles. Y cuando se ha conseguido un sensible aumento, llegan las quejas porque la ciudad va a reventar del éxito. Todo tiene sus medidas, claro que sí, el tamaño importa, pero la gente igual que viene puede dejar de venir. Ser competitivos también es importante.

Por otra parte, el enemigo no son los hoteles, sino los que establecen una competencia desleal y molestan a los vecinos. Es decir los que utilizan pisos piratas para hacinar turistas. A esos sí que deberían exigirles los impuestos que escabullen y cerrar sus negocios fraudulentos y molestos.

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