LOS gremios de la tintotería y de las costura aplauden con entusiasmo a Nieves Hernández, delegada municipal de Convivencia y Seguridad, por recomendar a las mujeres sevillanas ir a la Feria y volver a casa con traje de flamenca y a pedales. Carril bici y olé como alternativa al chantaje de la huelga en Tussam. Menudo brete en el que pone a Rosamar Prieto como delegada de Fiestas Mayores. Ambas han de dar ejemplo sobre el sillín desde la noche del pescaíto.

Soy pro bici aquí y en Pernambuco. Pero jamás se me ocurriría recomendarle a las sevillanas que circulen por la ciudad de día y de noche vestidas de flamenca, atuendo ceñido que, como todo el mundo sabe, reduce bastante la movilidad. Da igual que vivan en la Buhaira, en el Polígono San Pablo o en la Macarena, la distancia y el positivo por dopaje con rebujito no son los únicos imponderables de peso. La disyuntiva está clara: o te pones ropa de calle para coger la bici, o te vas a la fiesta con lunares y mantoncillos andando, en coche, en autobús o en un carruaje. O a lo sumo de paquete en una moto de gran cilindrada si en lugar de peinetas, pendientes y flores te pones el preceptivo casco. Divina de la muerte, vamos...

Qué facilidad tienen las personas que ocupan un cargo para decirle a la gente lo que tiene que hacer, aunque sea lo contrario de lo que dicta el sentido común. Por supuesto, está en su derecho quien utilice de esa guisa los aparcamientos para bicicletas junto al real, luchando por no acabar descoyuntada y con los bajos de su traje grasientos y hechos unos zorros por engancharse con radios, pedales, cambios y piñones. Claro que todo puede ser distinto si Raquel Revuelta aprovecha la coyuntura para reinventar el Simof y obligar a todas las diseñadoras a transformar el patrón del traje de flamenca, con el fin de que sea ergonómico y sirva como maillot feriante en el circuito periurbano de Sevilla. Las modelos de Doble Erre tendrán que aprender a desfilar en la pasarela de Fibes al compás de la biela y con el freno a mano.