La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El peligro de los finales de pontificado

Se intensifica la campaña que potencia una cultura de derechos para convertirnos en seres cada día más débiles

El presidente de España, Pedro Sánchez.

El presidente de España, Pedro Sánchez. / D. S.

En lenguaje de política norteamericana hablaríamos de la figura del pato cojo, que es el presidente que exprime sus últimos meses en la Casa Blanca, pleno de poderes y que no se puede presentar a la reelección. En el eclesiástico, que siempre preferimos por su cultura, profundidad e historia, nos referiríamos al final de pontificado, cuando es evidente el deterioro de un Papa, que siempre conserva sus facultades para hacer y deshacer hasta el último día. Incluso en el taurino podríamos aludir al peligro que tiene un toro que no termina de doblar y que se puede llevar por delante a cualquiera de los actuantes en una arremetida repentina. Así vemos ya al gobierno de España, cada día en una bulla provocada interesadamente para aventar humo, o derivada de algún escándalo en la gestión. Igual que las campañas electorales avivan polémicas efímeras, como estamos ya sufriendo en Andalucía (¡y lo que nos queda!), los finales de un Gobierno se prestan a las ocurrencias y los despropósitos más que en ningún período.

El problema es cuando se toman decisiones que dejan hipotecado un país, una economía, una organización... Cuando el Papa se pone a nombrar cardenales a pesar de que le quedan dos telediarios... Cuando un gobierno pide préstamos bancarios, arruina sus arcas o se pone a lanzar los caramelos que no tiene desde la carroza del poder porque todavía no está “en funciones”. Los finales siempre tienen un elevado riesgo. Y en el caso de España lo será más porque nunca los aliados de Sánchez se verán en una posición de poder e influencia tan descarada. Sánchez es como el cliente que depende del banco, no paga las cuotas del préstamo, pero la propia entidad financiera es la primera interesada en que no caiga. El problema, como siempre, son los que vienen detrás, que tendrán que apechugar con deudas y concesiones irreversibles a las autonomías. Me hace gracia cuando algunos mandatarios presumen de rematar mandatos sin corrupción, cuando los trapos sucios –si los hay– salen de verdad con el paso del tiempo. La corrupción de hoy se suele saber al paso de los meses o años, no suele trascender al día siguiente de cometida. 

repárense para que el gobierno genere debates populistas, sobre todo si nos enfrentan a los ciudadanos y encienden las redes sociales. Ya vimos declarar seres sintientes a las mascotas. Y el que discrepe es un completo “fascista”. Nos quieren débiles y peleados. Nos potencian una cultura de derechos que es una trampa oculta, una condena que la mayoría ignora. A Sánchez solo le falta promover cardenales. Ya mandó a la ex ministra Isabel Celaá a Roma... El sumo pontífice monclovita está frágil. Orejas altas. Y sintientes. Guau.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios