TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Miguel Rovira Zabalgoitia

¿No estará perdiendo el rumbo?

"Gracias al paso del tiempo, la Sevilla-Betis es una marca", dice el autor.

DEBO comenzar suscribiendo literalmente el artículo publicado en este mismo diario el pasado 4 de noviembre por mi respetado y gran amigo José Antonio Muñoz, Anchoa, explicando con acierto, en relación con la regata Sevilla-Betis, que el peso de la tradición en un derbi de estas características la convierten, precisamente con el paso del tiempo, de simple "desafío" a "clásica".

En efecto, como decía en su artículo, hace falta equilibrio y coherencia para mantener la cocción a fuego lento que requiere toda construcción de una tradición. ¡Qué difícil -de ahí su valor- es construir con el suficiente aplomo y perseverancia! Y qué rápido y sencillo destruirlo con la impaciencia propia de no saber de dónde se viene y adónde se va...

Pero éstas son las cosas propias de tener una visión: exige una estrategia a largo plazo, la valentía suficiente para impulsarla y el liderazgo necesario para saber mantener el rumbo en los momentos difíciles.

A mí me tocó dirigirla y organizarla durante años realmente complejos, cuando el señor Ruiz de Lopera decidió darle la espalda a la prueba, y también la satisfacción de vivir (aunque no disfrutar por falta de tiempo) el desbloqueo con la llegada del triunvirato formado por Rafael Gordillo, José Antonio Bosch y Miguel Guillén al puente de mando de la nave verdiblanca.

Da verdadera alegría observar la normalidad y el exquisito trato que ambas entidades futbolísticas, Sevilla Fútbol Club y Real Betis Balompié, otorgan a la regata en la actualidad. Curiosamente, sin embargo, es desde la propia organizadora, la federación, donde parece haberse perdido el norte (nunca mejor dicho al invertirse el sentido de la regata hacia el sur). Llegar a un puesto directivo y dejar una impronta personal en la gestión no debería implicar una modificación o alteración en el rumbo trazado hace ya más de 50 años. Sólo se puede crear valor añadido reforzando el potencial que atesora la regata. Y, en el fondo, éste se basa casi en exclusiva en la tradición.

Mañana puede surgir un nuevo proyecto, un reto náutico entre dos embarcaciones outriggers de remo representativas de los clubes de fútbol ingleses del Manchester United vs Liverpool. Tendría unos recursos profesionales millonarios de partida, frente al clásico amateurismo universitario. Pero no podrían disputarle la reputación al duelo entre Oxford y Cambridge hasta que escriban, página a página, 150 años de historia. ¡Hasta que se convierta en una tradición!

La Regata Sevilla-Betis ya no depende de las personas que la han organizado, organizan y seguirán organizando, ya que todos estamos de paso. Tampoco del nivel deportivo de los remeros que la protagonizan disputándola en cada edición: a lo largo de todos estos años ha habido desde campeones del mundo hasta deportistas con palmarés más discretos. Ni siquiera -como desgraciadamente hemos estado sufriendo un tiempo- del mejor o peor apoyo de los clubes de futbol.

Gracias al paso del tiempo, manteniendo invariablemente su personalidad, la Regata Sevilla-Betis es una marca. Y su reputación depende en gran medida de la tradición. Los cambios y bandazos no sólo dañan su reputación, sino que debilitan la marca.

Son reflexiones que hago desde la tranquilidad, para que una vez transcurra la (siempre) emocionante edición que se avecina, deseando suerte y buen hacer a las dos tripulaciones, y las pasiones vuelvan a su cauce, se analice verdaderamente el posicionamiento de una marca que es de todos.

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