DEMASIADO mal rollo el que veo en las dos aceras del fútbol según Sevilla y sólo cabe confiar en que este parón liguero que siempre vimos inoportuno y como china en el zapato rompa en oportuno. Ojalá este tiempo muerto ayude a atemperar los ánimos para que las cosas se contemplen con más tranquilidad y menos inquietud. Los tiempos son los que son y tampoco hay motivos perceptibles como para que los nervios se descoloquen y el nivel de exigencia se dispare. Este tiempo debe servir para que el horizonte no se vea tan oscuro a fin de que lo que está por venir se afronte con la mejor disposición posible.

En el Betis han hecho más mella de lo deseable algunos asuntos de los que no todos tienen que ver con lo que el equipo es capaz de dar de sí. En puridad, sólo la lamentable actuación ante el Rayo Vallecano podría ser argumento como para que ese pesimismo actual tenga razón de ser. Efectivamente, la aptitud de aquella noche fue decepcionante, sobre todo tras ver al Rayo ante el Granada en el debut y frente al Sevilla el domingo, pero una golondrina no hace verano ni una sola nube asegura tormenta, por lo que bien se haría si los ánimos se atemperan y todos reman hacia el mismo sitio. Los asuntos paradeportivos, aguas que no deberían mover molino.

En lo que respecta al Sevilla pienso que el síndrome posvictorioso está haciendo mucho daño al presente y al futuro. Hay que mirar hacia adelante y dejarse de lamerse heridas por aquellos éxitos que hoy están aparcados. El Sevilla, como la mayoría, se vio obligado a repetir la faena que le llevó a la cumbre, que no fue otra que hacer caja primero y reforzar luego. Ahí no se tuvo el acierto de antaño, pero eso es algo que puede pasar y pasa con mucha frecuencia en fútbol. Personalmente, ocasiones falladas al margen, el equipo de Míchel, y Míchel, me causó buena impresión en el mediodía vallecano y, lo digo para todos, esto no ha hecho más que empezar.