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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La piedra llorosa del alcalde está en nervión

El gobierno retiró a última hora el plan de Nervión porque el documento es malo y el ejecutivo es débil

El debate sobre la conservación del patrimonio no se limita al conjunto histórico declarado: el centro y los arrabales de Triana y San Bernardo. La necesidad de contar con un plan de protección eficaz para Nervión así lo demuestra. Se trata de un logro de los escasos conservacionistas que alzan la voz para señalar las aberraciones urbanísticas de cualquier tipo y en cualquier sitio. Adepa es una buena muestra de que se puede trabajar por el interés general formando parte de la sociedad civil. No hacen falta cargos con sueldos públicos. El gobierno de Juan Espadas optó ayer por retirar el plan de Nervión. Gobernar España con 84 diputados es misión imposible. Gobernar Sevilla con 11 concejales también lo es, pero la habilidad del alcalde lo ha hecho posible durante más tiempo del previsto, hasta que han llegado las grietas a tres meses de las elecciones. No es que a nuestros muy dignos políticos de la oposición les haya entrado una repentina preocupación por el patrimonio histórico en general y por la tipología de la casa-jardín en particular. No es que de pronto se hayan apuntado todos a un curso acelerado sobre la importancia del regionalismo como sello de la ciudad que verdaderamente capta turistas, ni a otro sobre los modelos de vivienda para visitantes de la Exposición del 29. Se trata de evidenciar la fragilidad del gobierno de los 11 concejales. "¡Es política, idiota!". Antonio Muñoz, delegado de Urbanismo, replegó las tropas a última hora antes de exponerlas a una derrota segura. Retiró el plan de Nervión, un documento que verdaderamente es cicatero porque sólo abarca unas calles y deja fuera casi mil casas que responden a la tipología digna de ser defendida de los ataques de especuladores, amantes del material de hierro chorreado, aficionados a los adefesios minimalistas y otras especies. Un gobierno fuerte hubiera sacado adelante el plan-parche de ayer. A un gobierno débil como el actual le hubieran dejado aprobar el plan si no estuvieran tan próximas las elecciones. Al PP siempre le hubiera tocado la difícil tarea de explicar la fragilidad de un plan incompleto. En el lenguaje de trazo grueso de la política hubiera quedado como una formación que se niega a blindar los valores arquitectónicos de un barrio. De aquí al 26 de mayo no habrá concesiones. Juan Espadas tiene en Nervión su particular piedra llorosa, donde tomar asiento y comenzar a lamentarse de la crueldad de la ciudad, como hizo García de Vinuesa, ese alcalde que suena a calle adoquinada que conduce a la Catedral. Por Nervión, por Nervión se ven las costuras.

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