Yo pienso, escribo y hablo libremente

Hay personas, muchas personas, más de las deseadas, que no opinan porque tienen miedo

En esta comunidad autónoma, en nuestra sociedad andaluza, entre la relación de nuestras gentes, entre nosotros mismos, nadie debe sentirse coartado a la hora de expresar su opinión. Nadie debe estar atemorizado por personas que pretenden inocular el miedo para ejercer la libertad de expresión que nos otorga, a todos, un derecho constitucional. Vivimos en un país libre, en una comunidad libre, compuesta por vecinos libres que opinamos libremente. No hay absolutamente ningún motivo legal, no debe existir ningún comportamiento administrativo, ninguna sugerencia verbal ni mucho menos preceptos escritos, ni dictámenes morales que nos impidan hablar con claridad sobre lo que pensamos. Nadie, nadie tiene el derecho supremo para obligar a una persona a guardarse su opinión dentro de su boca, encerrarla en su corazón para que se pudra en el interior de su alma. No, eso no es así. Mi opinión no vive presa en una cárcel. Yo no soy así. No todo el mundo tiene la misma fortaleza para soportar presiones, pero quienes la tenemos sabemos la responsabilidad que nos acompaña para dar fuerza a los demás. El pensamiento único no debe existir y aquellos que creen ser dueños de la única verdad, son los que viven en el error por lo que deberían reflexionar y dar un paso para moderar su actitud. Una sociedad ideal es aquella, que puede convivir, siempre en paz y manteniendo el respeto hacia todas las personas que viven en su entorno, sabiéndolas escuchar cuando expresan sus ideas, sean estas hacia una dirección y la opuesta. Hay personas, muchas personas, más de las deseadas, que no opinan porque tienen miedo. Miedo a que sean respondidos con un exabrupto, con un insulto o que se le arrincone. Disfrutarnos mutuamente nos hará crecer. Todas las ideologías pueden encontrarse en un común denominador para favorecer nuestra diversidad que no es una teoría política de un único partido, sino una fabulosa realidad. A mí, personalmente, diré que me gusta la diversidad, por lo tanto, por sorprendente que parezca, critico todo lo que no me gusta y aplaudo todo lo que me gusta. Lo haga quien lo haga porque no milito. Enmarcarme en una ideología concreta es no poner ni atención a mis opiniones y mucho menos, interés. Ese error hará que se pierda una buena conversación y una compañera de camino que pretende, con toda humildad, ser útil a la sociedad.

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