la ciudad y los días

Carlos Colón

Contra las pintadas

UNO creía que lo progresista era la extensión y universalización del bienestar, la educación y la cultura a todos los ciudadanos. En lo que a la ciudad se refiere esto se traduciría en que los barrios más extremos estuvieran tan limpios, arbolados o dotados de servicios públicos como las más caras y mejores calles del centro o de los barrios acomodados. Sin embargo está pasando lo contrario: los barrios de limpia, digna y honrada modestia se hunden en la marginación y los marginales se abisman cada vez más, mientras el centro y los barrios acomodados tienen un aspecto cada vez más sucio y marginal.

En un síntoma de un mal mayor. En vez de no decaer en la lucha por la mejora igualitaria de las condiciones materiales de vida iniciada por los higienistas y defendida por todas las fuerzas de progreso del pasado siglo… En vez de llevar Bach a los obreros, como hacía Pau Casals con la Associació Obrera de Concerts, o el teatro clásico por los pueblos, como hicieron Lorca y Ugarte con La Barraca... En vez de continuar esa gigantesca labor que a partir de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial se concretó en el Estado de bienestar, ahora tan fuertemente acosado y cuestionado... En vez de esto, se aprecia desde hace ya muchos años -y con independencia de que gobierne la derecha o la izquierda- una tendencia a la igualación por abajo que produce nuevas formas de clasismo urbanístico, y de elitismo educativo y cultural, mientras las mayorías se alejan voluntariamente (a causa de carencias educativas) o involutariamente (a causa de carencias materiales) de lo que desde una perspectiva de progreso se consideraba lo mejor, la meta hacia la que se debía tender, la universalización de los bienes y valores por la que valía la pena luchar.

Las pintadas son uno de los símbolos más visibles, aunque no más graves, de esta conversión de toda la ciudad en gueto marginal. Según una reciente información, en 2010 se impusieron un 99% más sanciones por esta causa que el año anterior y en lo que llevamos de 2011 se ha producido un incremento del 16%. Cada año nos gastamos todos, porque lo paga el Ayuntamiento, 200.000 euros en la limpieza de las pintadas.

Símbolo visible de la degradación urbana, las pintadas lo son también de la confusión educativa y la idiotez cultural, ya que hay quienes las defienden como manifestaciones de la libertad de expresión y la creatividad artística. Olvidando que se imponen en espacios públicos y sobre propiedades privadas. Un barbaridad, salvo de lo que se trate sea de okupar los primeros y atacar las segundas por aquello de que la propiedad privada es un robo.

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